El Gobierno y el conflicto del Sahara

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Domingo, 15 de abril de 2007, a las 09:32:08

Opinión

El Gobierno y el conflicto del SaharaAL comienzo de la legislatura y con los ecos de las bombas del 11-M todavía recientes, el ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Angel Moratinos, anunció que se disponía a encarrilar la solución para el Sahara Occidental «en nueve meses», después de considerar que no podíamos consentir que un problema como el de nuestra ex colonia añadiese ingredientes de inseguridad al Magreb.
Han pasado más de tres años y se ha demostrado que aquel diagnóstico era completamente erróneo, porque la verdadera inestabilidad no ha venido de aquel conflicto, sino del terrorismo integrista; y para colmo de males, la imprudente intervención del Gobierno en este asunto sólo ha contribuido a hacer más complicada la interlocución entre Argelia y Marruecos, precisamente cuando más falta hacía para afrontar la ofensiva yihadista. Nuestra capacidad de intervención en cualquier proceso de negociaciones se ha reducido a la nada, como se ha visto en la airada reacción del Frente Polisario ante las desafortunadas y poco profesionales intervenciones de la secretaria de Relaciones Internacionales del PSOE, Elena Valenciano, y el responsable de Movimientos Sociales, Pedro Zerolo. Ahora que la ONU vuelve a estudiar el asunto bajo la batuta de un nuevo secretario general, el balance de lo que ha hecho este Gobierno para defender nuestros intereses y contribuir a la solución del conflicto del Sahara es sencillamente una calamidad.

El Gobierno suele responder que la actitud de Marruecos ante el drama de la emigración ilegal ha mejorado, y que los caladeros han vuelto a ser parcialmente abiertos a nuestros pesqueros, medidas que deberían ser propias de la buena voluntad natural de dos países vecinos, pero que aparecen así como el pago por la renuncia de nuestra histórica «neutralidad activa» en el conflicto del Sahara. Por añadidura, las relaciones con Argelia se han resentido, y sólo el extraordinario prestigio de Su Majestad ha permitido evitar que el deterioro llegase a ser desastroso para los intereses españoles en aquel país.

En estos momentos, en los que el caso vuelve a llegar a manos del Consejo de Seguridad de la ONU, las dos partes han presentado un plan de paz diferente. España ha apoyado sin ninguna prudencia el de Marruecos, que tiene pocas posibilidades de ser considerado como una base de consenso, ya que parte de un concepto engañoso que interpreta el derecho de autodeterminación como un proceso de aceptación de un estatuto de autonomía. De lo que se sabe de la propuesta de los saharauis, también aparece mencionada la posibilidad de una relación de autonomía dentro de Marruecos, aunque vinculada al Plan Baker, que, por cierto, el presidente Rodríguez Zapatero contribuyó a dinamitar. Vuelve, por tanto, la posibilidad de una negociación, dificil y compleja, como siempre, y el Gobierno debe explicar ahora cuáles son las ventajas de haber renunciado a ser un interlocutor neutral.

Fuente: ABC

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