Y últimamente también nuestros gobernantes nos manifiestan con convicción que la iniciativa marroquí de una propuesta de autonomía para el Sáhara Occidental puede ser justamente ese "cauce para establecer un diálogo directo y (de nuevo la famosa expresión de las narices) mutuamente aceptable entre las partes".

Parece, sin embargo, que las orejas de nuestros gobernantes no están tan abiertas como las nuestras. No parece que tengan demasiado interés en escuchar a la opinión de una de las "partes", el Frente Polisario, que se está hartando de decir, por activa y por pasiva, de forma clara y rotunda, que no está de acuerdo con la propuesta y que la misma va en contra de la legalidad internacional y de las múltiples (e inútiles) resoluciones de NU. Que Marruecos no puede hacer ninguna propuesta de autonomía sobre un territorio sobre el que no es soberano, y que cualquier iniciativa en ese sentido está condenada al fracaso aun antes de nacer.

Si nuestros gobernantes escucharan con los oídos de la justicia y no con las orejas de los intereses o del miedo, empezarían a buscar una alternativa a ese discurso ya cansino, porque la propuesta marroquí es mutuamente inaceptable por las partes.