Los "Hijos de las Nubes" y su larga espera de retornar a casa

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Miércoles, 26 de febrero de 2014, a las 13:02:26

Opinión

Reflexiones en un nuevo Aniversario de creación de la RASD.

Un no tan lejano 27 de febrero de 1976, mientras España comenzaba "hacer las maletas" lo que no hacía mucho tiempo fue su provincia número 53, en una pequeña localidad, llamada Bir Lehlú se hacía conocer la siguiente proclama: En el nombre y con la ayuda de Dios y materializando la voluntad de nuestro pueblo árabe saharaui, por fidelidad a la sangre de nuestros gloriosos mártires y como coronación de inmensos sacrificios, se iza hoy la bandera de la República Árabe Saharaui Democrática sobre la tierra de Saguía El Hamra y Río de Oro. Nacía la RASD. Los saharauis ahora tenían un Estado, un gobierno y el brazo armado del movimiento nacionalista Frente Polisario, se transformaba en el Ejército de la Nación saharaui. La joven República, eligió a un joven presidente de apenas 27 años, El Uali Mustafá Sayed (conocido como "Luali" o "Luley"). La situación era dramática: una brutal invasión promovida por el rey Hassan II, en nombre de grandes intereses y un aliado circunstancial, Mauritania, aventura que la llevará a estar al borde la catástrofe. Sin ninguna duda los grandes beneficiarios de esta aventura militar, serán las potencias occidentales deseosas de recuperar terreno perdido con la descolonización de los años 60 y ante el avance de Moscú y sus aliados. Eran tiempos de Guerra Fría.

En el medio de un complejo juego de intereses – muchos de ellos inconfesables – una España debilitada con la enfermedad del "Generalísimo" Franco, firma los fatídicos Acuerdos de Madrid y el gobierno español abandona a su suerte a los saharauis, olvidándose que no hacía mucho eran considerados españoles, con representación en el Parlamento. Las noticias del trato que daban los invasores a los saharauis, sembraron el terror y millares se lanzaron al desierto con lo puesto a buscar refugio. Los patriotas saharauis, con armas en mano, escasos de número y con muchas de perder, se lanzaron a resistir la invasión. Mientras que el mundo miraba hacia otro lado y la ONU fue incapaz, dado el juego de las grandes potencias en el Consejo de Seguridad, de frenar los crímenes contra el pueblo saharaui, millares huían sufriendo ataques aéreos. Un Draiga, Tifariti, y tantos otros lugares del Sahara, quedaron grabados en la memoria colectiva como un recuerdo de la atroz invasión.

La Guerra de Liberación duró más de una década, constando la vida a millares de jóvenes, desaparecidos y sufrimientos de todo tipo. Los saharauis lograron en un puñado de tierra que no pudo serles arrebatada por enemigos que eran diez veces superiores en número y con la ayuda directa de Estados Unidos y Francia, mantener su presencia en el territorio patrio que desde 1991 esperan que sea reunificado.

El Plan de Paz de 1991, muy prometedor, parecía que la RASD seguiría el camino de otras naciones en el Tercer Mundo, permitiendo que el pueblo decidiera su destino. Una vez más la ilegalidad internacional, tolerada y hasta incitada por los "intereses inconfesables" han retrasado el derecho inalienable del pueblo saharaui de decidir su destino. La ONU desde mediados de los años 60 señaló que el pueblo saharaui es el dueño de su destino, pero la realidad ha transformado las bonitas palabras de las resoluciones y las declaraciones grandilocuentes en letra muerta.

Los años pasan, las pruebas de los crímenes contra la humanidad perpetrado por los invasores ahora son una realidad evidente, con el descubrimiento de las fosas comunes cerca de Smara. Una vez más el mundo, mantiene silencio y muchos dan la espalda al pueblo saharaui, transformándose en cómplices de la Potencia ocupante, como en los casos de los gobiernos, permeables a las presiones de la Potencia ocupante que retiran sus lazos diplomáticos con la RASD. No solo ello, sino que en los países donde los líderes se rasgan las vestiduras por lo que pasaba en Libia, Siria o Irak por la falta de libertades y derechos humanos, y que en nombre de la defensa de esas libertades, se han lanzado a verdaderas aventuras militares, nada dicen del expolio de los recursos naturales del Sahara Occidental, de los millares de saharauis que viven en los campos de Tinduf, una de las zonas más inhóspitas del planeta; de la represión en los territorios ocupados; de los cientos de desaparecidos. No solo que no dicen nada, sino que avalan esos crímenes con lucrativos convenios de Pesca, ventas militares y los "business" de siempre. Esta es la recompensa al pueblo saharaui que se apega a la legalidad internacional y los buenos oficios de la ONU.

En estos días, la ONU se disculpó por el fracaso en Siria, un hecho de gran significación política, sería bueno que el citado organismo y algunos miembros del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas también pidieran perdón por condenar a millares a un exilio forzoso, a no ver más sus familias y a vivir en una situación extremadamente difícil. Hace 39 años que los saharauis siguen esperando volver a casa.

Los "Hijos de las Nubes", que históricamente han sido "libres como el viento" como dice una canción de Azzizia Brahim, bajo ningún aspecto se resignaran a las propuestas de "autonomía" o planes como los Planes Baker I y II, solo habrá paz, cuando su patria sea reunificada en un Estado soberano. Eso lo deben entender los políticos, si quiere que en la región haya paz. Y como dice la Proclamación de creación de la RASD ,con la ayuda de Dios, esperemos que en este 2014, la ONU reconozca sus errores en este conflicto y genere las condiciones para que los saharauis alcancen su añorada libertad que hace no muchos años, les fue arrebatada.

Jorge Alejandro Suárez Saponaro

Abogado - Magíster en Defensa Nacional.

Buenos Aires, 22 de febrero de 2014.

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