Manu Leguineche y el Sahara Occidental: un recuerdo

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Lunes, 27 de enero de 2014, a las 09:43:58

Opinión

Ayer falleció un mítico reportero español, Manu Leguineche. No escribió mucho sobre la cuestión del Sahara Occidental, aunque escribió sobre el Rif y sobre la guerra de Argelia. Otros asuntos ocuparon más páginas de su producción. Sin embargo, aunque no escribiera mucho, demostró un profundo conocimiento del asunto. Como homenaje, vale la pena reproducir el artículo que publicó en el año 2003 después de que el Consejo de Seguridad, por unanimidad, avalara el "plan Baker" en su resolución 1495. Descanse en paz, Manu Leguineche.

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Los nervios de Marruecos
MANU LEGUINECHE

Se veía venir. El Consejo de Seguridad de la ONU ha votado por unanimidad a favor del nuevo Plan Baker sobre el Sahara Occidental, que prevé una semiautonomía y en 2008, a más tardar, un referéndum de autodeterminación en la ex colonia española.

A España le ha tocado, en el peor momento, la presidencia de turno del Consejo de Seguridad. Al no haberle salido las cosas al reino cherifiano como esperaba, la culpable para Rabat ha sido la parcialidad española, «juez y parte». Al comprobar esta respuesta cabe pensar que el deshielo con Marruecos, decidido por Mohamed VI después de la retirada de embajadores, la crisis de Perejil y el olvido de las reivindicaciones marroquíes de Ceuta y Melilla, tendría algo que ver con el buen trato que esperaba de España en la ONU. Al no recibir una resolución en la medida de sus deseos, y ya que no puede protestar contra Estados Unidos, toda la culpa es de España.

Los marroquíes están hipersensibles. La decisión ha sido unánime, los Quince a favor de la nueva versión del plan Baker. La ONU no impone nada, deja la crisis al consenso de las dos partes. O sea, que estamos casi como al principio.

Si el Polisario y su aliado Argelia están contentos, porque el plan les parece un punto de partida, eso significa que Marruecos tiene que estar descontento. No era esto, no era esto para los intereses de Mohamed VI, que necesitaba en trance difícil, temor a los partidos islámicos, prohibidos, terrorismo en Casablanca, el respaldo de las Naciones Unidas a esa reivindicación nacional que es el Sahara.

Tendrán que esperar, y eso les irrita, aunque el tiempo corra a su favor. En el embrollo del Sahara occidental están ocurriendo cosas contradictorias. Una vez Marruecos aceptó la autodeterminación. Luego se desdijo, y ahora la rechaza de plano. El Frente Polisario rechazó el plan Baker, y ahora lo acepta como base de discusión.

¿A qué se deben los nervios de Rabat? No tendría, al menos en principio mucho que temer. Puestos en el referéndum de autodeterminación del 2008 como fecha límite, el censo le es favorable. Arroja, al menos sobre el papel, más de 180.000 votos a favor de la incorporación de la ex colonia española a Marruecos, por unos 86.000 votos a favor de los saharauis. Sería la victoria del censo, asunto tan controvertido estos años. Pero Rabat teme que ocurra algo contrario a sus intereses. Y si perdiera el referéndum que dirimirá 1) la incorporación del Sahara Occidental a Marruecos, 2) autonomía o 3) independencia del SO para el Polisario, podría representar un soplo de ayuda al irredentismo de los beréberes del Rif, los mismos que derrotaron a España en 1921 en el Rif. Y ¿cómo aceptar una nueva y hostil nación en sus fronteras?

A Rabat le hubiera convenido ahora mismo el aplazamiento del segundo plan Baker en el Consejo de Seguridad. La ONU no impone nada, recomienda el consenso, la reanudación del diálogo entre Marruecos y el Frente que se disputan desde hace veintiocho años un territorio en el que huele, no lo olvidemos, a fosfatos y tal vez a petróleo. Hasta Francia, la aliada de Rabat, con sus acólitos, las ex colonias de Guinea Conakry y Camerún, ha votado a favor del plan que aplaza los sueños marroquíes.

Cuatro o cinco años de espera son muchos en política. Marruecos y su rey cabalgan sobre un tigre. Esta del Sahara Occidental les parecía una baza segura. Contaban con ella, pero Estados Unidos y el resto de los quince se han escorado ligeramente hacia las posiciones argelino-polisarias y ha mantenido su apoyo al plan Baker. Resultado: Rabat siente el aislamiento, agarra una pataleta contra España (a Washington y al resto ni los cita en su memorial de agravios) y clama, nunca mejor dicho, en el semidesierto. Es que lo quería todo y ahora mismo.

¿De qué se puede quejar, si dentro de lo que cabe ésta sería la salida más decorosa, si puede ganar con ventaja el futuro referéndum según el censo de 1996, que le es favorable, al menos sobre el papel?

Los nervios son los nervios. Es el orgullo, son las prisas, son los temores al futuro, es la complicada situación interna, es la incertidumbre, es la inseguridad. Ya han sonado las primeras críticas internas contra la diplomacia marroquí por lo que interpretan como una derrota. Vamos a ver cómo resisten las relaciones hispano-marroquíes después de la aprobación del plan Baker. ¿Volverán a vía muerta? ¿Ganará sobre todas las demás consideraciones el orgullo herido del rey y su ministro de Exteriores?

Frágil descansa la corona sobre la cabeza del rey, que decía Shakespeare.

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OTROS ARTÍCULOS DE MANUEL LEGUINECHE SOBRE EL SAHARA OCCIDENTAL Y SOBRE MARRUECOS

- La mordaza de Mohamed VI (25-VI-2003)
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Fuente: Desde el Atlántico - Carlos Ruíz Miguel