La iniciativa de Obama para el Sáhara Occidental deja en segundo plano la preocupante dinámica del "toma y daca" de Ban Ki-moon
El borrador de resolución
para el Sáhara Occidental propuesto por EE UU para el Sáhara Occidental
ya ha tenido sus efectos sobre terreno. El más evidente, es el
de los aspavientos de disgusto de Marruecos. Otro, menos visible pero
igualmente importante, es que la ola de optimismo que ha generado entre
los
simpatizantes de la causa saharaui, ha desviado la atención del último
informe
del Secretario General de la ONU sobre la situación en el Sáhara
Occidental. Un
texto (aquí lo tenéis) que perfila un triunfo diplomático marroquí en la vertiente política del
conflicto, causa del mismo y de las violaciones de los derechos humanos.
Se supone que este nuevo informe es el documento base para los debates
que, el próximo día 25, desembocarán en una nueva resolución del Consejo
de Seguridad de la ONU para el Sáhara Occidental. El borrador
presentado por EEUU, en principio se dirige a solventar una de las
consecuencias del conflicto la violación de los derechos humanos
intentando ampliar las competencias de los cascos azules para que
monitoricen los atropellos. Pero por muy cruel que sean las violaciones
de los derechos humanos, no hay que perder de vista que son las causas
del conflicto las que condicionan cuáles deben ser las medidas que den
la solución que acabe con el mal definitivamente.
El problema de este informe de Ban Ki-moon, creo yo, es que si alguien
nuevo en la materia tuviese que enterarse de cuál
es el objetivo de la MINURSO (Misión de la ONU para el Referéndum del
Sáhara
Occidental) difícilmente tendría claro, tras la lectura de las 28
páginas que
integran este texto, de dos cuestiones fundamentales: que el Sáhara
Occidental
es un territorio invadido y ocupado ilegalmente por Marruecos que
controla el
territorio violando los principios fundamentales de la Carta de la ONU
y, en
segundo lugar, que el objetivo de la MINURSO, cuando fue desplegada en
el
Sáhara Occidental en 1991, era la organización de un referéndum de
autodeterminación. No se trata de una consulta propuesta por los
saharauis sino de la medida que exige el cumplimiento de ese derecho
inalienable que la propia ONU y un dictamen del Tribunal de La Haya
reconocieron tiene el pueblo saharaui para decidir libremente si ser un
Estado soberano, o adherirse a cualquier
otra de las alternativas posibles.
Digo “era” porque da la impresión en este texto de que el plan inicial
de la misión ha
sufrido un cambio de planteamiento. Ban Ki-moon parece inclinarse por la
tesis marroquí que asegura que el principal cometido de la MINURSO no
es el referéndum sino una tarea militar que se centra en garantizar el
alto el fuego. De hecho, la consulta es citada sólo transversalmente y
queda reducida a la categoría de una posible opción, la del Frente
Polisario
frente a la opción marroquí anexionista de la autonomía.
La idea que uno saca de este texto es que hay dos "partes"en
el
conflicto, con la misma legitimidad y derecho a ser escuchado por la
comunidad internacional: el Frente Polisario y Marruecos. No hay
elementos que
dejen claro que el pueblo saharaui en esta historia es la víctima y que
los marroquíes son sus agresores que ocupan el Sáhara Occidental
cometiendo una flagrante
violación del derecho internacional que la ONU nació para hacer cumplir.
El texto se adecua así a ese soniquete tergiversador que se ha abierto
camino en la ONU de que la solución al conflicto debe ser
"justa y mutuamente aceptable", es decir, tan aceptable para el ladrón como la
víctima, y no la del cumplimiento de la Ley. Consecuentemente, ya no se habla de cómo celebrar un referéndum torpedeado
desde 1991 por Marruecos, sino de una solución negociada entre “las partes”.
En el punto 111 del informe, de hecho, Ban Ki-moon “insta” a que
saharauis y marroquíes entablen
negociaciones. Lo hace diciendo algo que resulta preocupante: “
En ese empeño,
cada una de las partes debe aceptar que ninguna de ellas verá satisfechas todas
sus demandas: más bien tendrán que aplicar una lógica de toma y daca”. Es
decir, que cada “toma” de una parte, deberá ser correspondido por un “daca” del contrario.
Podría seguir hablando de lo muy favorable a las tesis del
expansionismo marroquí que resulta la semántica de este informe. Pero,
para que
no se diga que sólo veo lo malo, añadiré que también hay
cuestiones positivas para la parte polisaria. Por ejemplo, la iniciativa
con la que
Ban Ki-moon le ha exigido (¡por fin tras 22 años!) a Marruecos que
retire sus banderas de las
inmediaciones de la sede de la MINURSO en El Aaiún o que no imponga las
matrículas marroquíes en los
vehículos onusianos. Seguro que ambas medidas tendrán un importante
impacto psicológico en la población saharaui de la zona ocupada.
En el plano optimista, también está ese referencia a favor de que los
cascos
azules no tengan que mirar hacia otro lado cuando se violan los derechos
humanos en la onda con el proyecto de resolución de EEUU.
Estos dos elementos son los que explican que los dirigentes del
Polisario hayan dicho que el informe es “equilibrado”, aunque tibio. En clave
positiva, sin embargo, por mi parte destacaría el punto 23 en el que consta que el
presidente argelino Abdelaziz Buteflika se niega a que haya un referéndum que
no de a los saharauis la opción de votar por la independencia. Este es un
motivo de tranquilidad para los prosaharauis ya que Francia ahora necesita contar con el apoyo de
Argelia de cara a su intervención en Malí y se supone que va a evitar posibles
enfrentamientos con Buteflika en el escenario del conflicto saharaui.
Sin embargo, en esa dinámica del “toma y daca” que
marca Ban Ki-moon en una salida por la vía de la negociación de las partes, hay que
planterse qué margen le quedaría al Frente Polisario a la hora de cumplir con
su “daca” ante un posible “toma” marroquí en el asunto de los derechos humanos.
Ya hemos dicho en la
1ª parte
que, pese a las apariencias, es posible que la ampliación de
competencias de la MINURSO propuesta por EEUU, aunque en una versión
descafeinada, acabe imponiéndose.
Aplicando el discurso de Ban Ki-moon el Polisario deberá entonces hacer
una concesión a la altura del supuesto “sacrificio” que le supondría
al rey Mohamed VI ceder en los derechos humanos, una concesión cuya
supuesta importancia va adquiriendo entidad a medida que el
majzén multiplica sus públicos pataleos al tradicional aliado
estadounidense responsable del proyecto de resolución. A diferencia de
ese otro informe en el que
parecía haber introducido cambios en su discurso y
roto el silencio
sobre los incumplimientos marroquíes con la ONU, en este texto Ban
Ki-moon hace borrón y cuenta nueva. No se dice
ni mu de las continuas concesiones que, desde 1991, el Frente Polisario
ha ido
haciendo sin lograr ningún “daca” a cambio dejando el posible saco de
sus "dacas" mermado a las cuestiones fundamentales de la celebración del
referéndum y el derecho a la autodeterminación.
Esperemos que el presidente Obama tenga previsto algo al
respecto. Un “daca” que alargue la perspectiva de una solución conforme a
derecho, podría dar al traste con el efecto beneficioso que el "triunfo" polisario
en materia de derechos humanos está teniendo entre la juventud saharaui,
aplacando momentáneamente ese descontento que en la ONU tanto temen ahora que
la inestabilidad reina en la región.