Mohamed VI se lucra en el Sáhara gracias al tratado agrícola con la UE

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Jueves, 26 de enero de 2012, a las 08:45:01

Recursos Naturales

La explotación de los recursos saharauis compromete la aprobación del nuevo acuerdo comercial

A unas decenas de kilómetros de la ciudad de Dajla se yergue un vergel arrancado a las arenas del Sáhara Occidental gracias a la tecnología y al agua que el desierto atesora desde hace miles de años en su interior. Es el Dominio Agrícola de Tiniguir, 81 hectáreas (de un total de 500 productivas) dedicadas al cultivo en invernadero de tomate, melón, pimientos y pepinos destinados fundamentalmente a la exportación, con un mercado prioritario: la Unión Europea.

El propietario de esta explotación, que forma parte de la sociedad Dominios Agrícolas, los antiguos Dominios Reales, no es otro que el rey de Marruecos, Mohamed VI, cuya empresa posee 12.000 hectáreas de las mejores tierras marroquíes, según el semanario Tel Quel. Esta compañía no sólo es el principal productor de fruta, verdura y lácteos para el mercado marroquí (y saharaui), sino que también es una de las tres grandes empresas que, de acuerdo con un informe del eurodiputado francés José Bové (en el que pide que no se apruebe el nuevo tratado comercial con Marruecos), más se ha beneficiado del vigente convenio con la UE. El actual pacto se concluyó bajo el espíritu de la Conferencia de Barcelona de 1995, que llamó a hacer del Mediterráneo una zona de “prosperidad compartida”.

Casi 17 años después, la pregunta que se hace Bové (Verdes) en el informe que hoy votará la Comisión de Comercio Internacional del Parlamento Europeo es quién se ha beneficiado de esa prosperidad. Y su respuesta, que dejó clara en una reunión de esa Comisión el pasado 13 de julio es clara: quien más se ha lucrado con el acuerdo han sido tres grandes empresas, las franco-marroquíes Azura y Soprofel, y los Dominios Agrícolas, joya del emporio del rey de Marruecos, Siger (anagrama de regis, rey en latín). Entre las tres, señaló Bové, acaparan al menos “el 70%” de los beneficios de un convenio que Marruecos vende como vital para su agricultura.

Una circunstancia pone especialmente en tela de juicio los pingües réditos que estas empresas han obtenido gracias a los consumidores europeos: las tres tienen invernaderos en la región de Dajla –como reconocen en sus páginas web–, en clara violación de la legalidad internacional, que establece que para que la explotación de los recursos naturales de un territorio no autónomo, como el Sáhara, sea legal, el pueblo autóctono debe dar su visto bueno. También que la explotación de esos recursos tiene que repercutir en la población, en este caso, la saharaui.

El nuevo acuerdo de librecambio comercial con Marruecos, que incluye el capítulo agrícola, ya ha sido sancionado por la Comisión y el Consejo, pese a que su legalidad está en entredicho, al igual que sucedió con el acuerdo pesquero, cuya prórroga fue anulada en diciembre por la Eurocámara a causa de la inclusión de las aguas saharauis. Ahora, para que entre en vigor el pacto comercial, que liberalizará el 55% de las importaciones con origen en el país magrebí y el 45% de las exportaciones europeas a Marruecos, sólo queda ya la luz verde por parte del plenario del Parlamento Europeo, que votará esta cuestión a mediados de febrero. Si la Comisión de Comercio Internacional sanciona hoy el informe de Bové y desaconseja la aprobación del acuerdo, Estrasburgo se verá prácticamente abocado a rechazarlo. El dictamen de esa comisión no es vinculante pero sí tiene un importante peso moral, sobre todo porque ya otra comisión, la de Agricultura, recomendó el 12 de julio que la UE dijera no a un proyecto denunciado.

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Fuente: LaVozDeAsturias