Ali Elat, que residió en Zamora, asegura que las elecciones en Marruecos no benefician a los saharauis

JUDIT CALVO

La alegría de los ciudadanos marroquíes por el proceso de democratización de su país no salpica a la comunidad saharaui, a la que el triunfo en las urnas el pasado mes del islamista Partido Justicia y Desarrollo (PJD) deja en la misma situación que llevan denunciando durante décadas. «Ese partido manda en Marruecos, no en Sáhara, aquí sigue la pobreza, siguen deteniendo a los jóvenes, siguen maltratando a los estudiantes saharauis en las universidades de Marruecos y siguen robando nuestra riqueza. La primavera aquí no está floreciendo», se pronuncia Ali Elat, en clara alusión a las protestas surgidas en torno a la llamada Primavera Árabe para reclamar derechos y libertades.

El cambio de mentalidad que estos movimientos están provocando en el mundo árabe es visto por los saharauis como una manera de que se puedan entender sus reivindicaciones, «el mundo se ha dado cuenta de que todos los pueblos tienen derechos por el simple hecho de serlo. Las cosas nunca se mejoran sin libertad, y eso es lo que está reclamando este pueblo desde hace mucho tiempo», señala Ali, que residió dos años en la capital zamorana.

Las miradas de la comunidad internacional, puestas ahora en los cambios sociales que sacuden el norte de África, han dejado de lado según aseguran los saharauis el avance de sus reclamaciones sobre el territorio y la búsqueda de ayuda internacional que apoye su causa.

La situación en el Sáhara Occidental no se mueve con la llegada de la democracia y sus ciudadanos no tienen expectativas de que la solución a sus reclamaciones llegue de la mano de nada que tenga que ver con Marruecos. «No podemos tener esperanza en ningún partido político de los que gobiernen Marruecos, porque no pueden ponerse en contra de la voluntad de lo que tienen por encima y no lo van a hacer nunca. Nuestra solución tiene que llegar por otro lado», explica.

Y una de esas salidas a la que se alude no es otra que la guerra, un desenlace que los saharauis no descartan para lograr su independencia de Marruecos, país que se anexionó los territorios tras la Marcha Verde de 1975, que en principio quería liberar al Sáhara de España.

«Aquí la gente sigue pensando como hace un año, después del ataque marroquí a los acampados que reclamaban una vida digna, por lo que la comunidad internacional no puede culpar a los saharauis si se vuelve a las armas, porque están hartos de las promesas falsas y no queda otra salida para un pueblo que ya no puede más», se expresa Ali desde el Sáhara Occidental, donde reside y donde espera que «también aquí tengamos algún día motivos para alegrarnos, porque la historia ha castigado mucho a este pueblo y eso tiene que terminar», subraya.