Nadie mejor que Alí Lmrabet -y así parece reconocerlo en su artículo- conoce mi contribución tanto en el semanario Le Journal, del que por entonces él era redactor-jefe, como en el que dirigió él mismo, Demain Magazine, o en otros como Assahifa, para romper el tabú que sobre el tema del Sáhara existía en su país.
Mis tesis allí expresadas defendían la solución preconizada por Abraham Serfaty desde 1994 y en su carta a Bouteflika de enero de 2000: un Sáhara democrático «ligado a Marruecos por una solución negociada bajo la égida del derecho internacional» y la necesidad de «un referéndum que podría ser el del apoyo de un estatuto negociado por las dos partes, sin riesgo de ganar o perderlo todo». Algo muy parecido a lo que sigo defendiendo en mi artículo, nada «de moda» en nuestro país vecino.
Lejos de mi actitud pretender desacreditar al Frente Polisario. Por considerarlo interlocutor imprescindible fui a testimoniar a Rabat en abril de 2006 a favor de Le Journal Hebdomadaire en el juicio que le acabaría costando la descomunal multa que ha terminado por hacer dimitir a su director, Aboubaker Jamaï. Otra cosa es sostener que en la actualidad sigan existiendo «únicos y legítimos representantes» de pueblos, religiones, sindicatos o clases sociales.
El propio Lmrabet parece darme la razón al reconocer que «no todos los saharauis consideran al FP como su legítimo apoderado». Lo difícil es explicitar quiénes son «esos otros representantes legítimos de los saharauis y dónde reside justamente su representatividad», porque la falta de libertad en los territorios que ocupa Marruecos no ha permitido por ahora que se concreten. Comparto con Lmrabet que no exista una «mítica masa saharaui promarroquí», porque pienso que Marruecos nunca ganó el corazón de los saharauis y que difícilmente podrá encontrar apoyos internacionales si no ofrece un proyecto creíble que pase por la democratización real del país.
Pero eso no se impone, sino que exige un método que hoy resulta paradójicamente conflictivo en la España que vivimos: el diálogo. Diálogo entre el Polisario y Marruecos y diálogo también entre saharauis. Por eso hablé en mi artículo de saharauizar la solución. Al fin y al cabo los que deben tener la palabra son ellos.