Un viaje al Sáhara Occidental

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Lunes, 29 de enero de 2007, a las 20:02:09

Opinión

Un viaje al Sáhara OccidentalEn el pasado mes de diciembre, aprovechando uno de los viajes que puntualmente organizan las Asociaciones de Amigos de los Niños Saharauis, concretamente la de Córdoba, estuve junto con mi esposa y mi hija visitando a Neitu , la niña saharaui que tenemos de acogida durante los meses de verano dentro del proyecto Vacaciones en Paz. En este sentido siento la necesidad de hacer una breve reflexión en voz alta sobre esta apasionante y emotiva experiencias.
La primera impresión que te llevas al llegar a los campamentos de refugiados enclavados en el agreste desierto de la región argelina de Tindouf, donde cerca de trescientos mil seres humanos llevan varados en su mar de arena desde hace más de treinta años, es realmente conmovedora. Se te rompen todos los esquemas vitales al contemplar con profunda indignación el desequilibrio y la discriminación existentes entre un mundo codicioso y mercantilista, donde no sabemos valorar lo que tenemos, y donde priman los intereses materiales sobre los valores morales, y ese otro mundo de carencias y marginación, social, en el que solo puedes compartir con ellos sus miserias y su férrea voluntad de sobrevivir y de seguir luchando por sus derechos. Donde muchos niños, con sus pies descalzos, sus ojos derramando lágrimas de sangre por el implacable azote del siroco y de la arena, y su aparente y congénita desnutrición, sueñan con la utopía de poder vivir algún día en un mundo más globalizado y generoso. Donde los adultos y sobre todos los ancianos, mantienen viva y encendida la llama de la esperanza en poder regresar algún día no muy lejano a su verdadero país, el Sahara Occidental.

Ojalá algún día, si Dios y Alá así lo quieren, y si las instituciones gubernamentales cumplen con el compromiso adquirido en su día por las Naciones Unidas para aplicar el Plan de Paz y el derecho a la libre determinación tal como establece el Derecho Internacional vigente, estos "hijos del sol y de la arena" puedan crecer, jugar y desarrollarse integralmente en un Sahara Occidental libre y democrático, siempre que la actitud obstruccionista del reino de Marruecos así lo permita. mientras tanto, algunos ciudadanos comprometidos, solamente podemos practicar nuestra "política sin fronteras", y nuestra solidaridad moral y material para que la vida de estas personas en el inhóspito y apocalíptico desierto de Tindouf sea lo más agradable y llevadera posible.
 

De verdad que merece la pena un poco de sacrificio personal par ayudarles.


Francisco Rivera Ortiz

Córdoba

Fuente: www.diariocordoba.com

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