Los 125 últimos años de la Historia del Sáhara, dan a conocer que sólo es saharaui

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Martes, 12 de enero de 2010, a las 14:43:38

Opinión

Los 125 últimos años de la Historia del Sáhara, dan a conocer que sólo es saharaui

Fuente: Crónica de Aragón


Juan Manuel Puértolas.- El Sahara Occidental, fue un terreno administrado por España desde 1885, hasta el año 1976. En 1970, ante los deseos de Marruecos y Mauritania de anexionarse el territorio, el Gobierno español empezó a considerar la autonomía y creó un partido pro–español. Comunicó a la ONU la intención de celebrar un referéndum de autodeterminación en 1975, disponiéndolo así el Organismo Internacional en su resolución 3458b del 10 de diciembre de 1975. Mientras, entre los Saharauis  se creaba el Frente Polisario.

Consultado ante el Tribunal Internacional de Justicia (TIJ) acerca del estatus de la región, este Alto Tribunal reconoció que las relaciones que había con Marruecos y Mauritania se basaban del tipo comercial y religioso, pero que no había ningún vínculo jurídico de soberanía territorial entre el Sáhara occidental y los países citados. Ante la insistencia de estos países, el TIJ contestó que no había ninguna actividad estatal efectiva y exclusiva respecto a ellos, salvo los que pueden existir entre todas las regiones fronterizas del mundo.

En 1963, la ONU inscribió al Sáhara en la lista de los territorios que debían ser descolonizados y en 1965, la Asamblea General de la ONU, pide a España que ponga fin a su colonización del Sáhara Occidental. En 1966, la ONU reconoce el “derecho inalienable” del pueblo saharaui a la autodeterminación.  Marruecos y Mauritania comienzan a poner “trabas” para que el referéndum no se realice. En 1967 comienzan los primeros conflictos contra el colonialismo español, llegando a ser secundados por el ejército nativo. Ante la presión de Naciones Unidas, y para sofocar el conflicto se crea la Yemaá o Asamblea General del Sáhara como órgano superior semirepresentativo y establece las bases de una administración local como primeros pasos de una autonomía para los saharauis, pero estas medidas son insuficientes para detener las presiones de las Naciones Unidas para que se instaure un proceso descolonizador, a la vez que las protestas saharauis en este sentido iban creciendo.

La juventud saharaui, radicalizada ante la lentitud con que se trataba el problema constituye en 1967 un movimiento para la liberación del Sáhara liderado por Mohamed Sidi Ibraim Basiri que pretendía una autonomía del territorio bajo tutela española hasta la independencia total. No obstante, que en 1970 Argelia, Marruecos y Mauritania mostrasen su intención de colaborar en la liberación del Sáhara descolocó al régimen de Franco que, intentando recuperar las riendas cometió un grave error. Convocó a una concentración a los saharauis adictos al régimen en el centro de El Aaiún a la que sólo acudieron 200 personas.

A la misma hora, cerca de allí se concentraban más de 2.000 saharauis de forma “ilegal”. El delegado gubernativo, comandante López Huertas, mandó reprimir la manifestación con fuerzas regulares, que fueron contestadas por los manifestantes con piedras. Más tarde se presentó en el lugar una compañía del Tercio que disparó al aire, pero al recibir también la lluvia de piedras, la compañía abrió fuego quedando en el suelo varios muertos y heridos. Basiri fue detenido y conducido al cuartel de la policía territorial, más tarde a la cárcel central de El Aaiún, más tarde al cuartel del Tercio, y finalmente, al cuartel de artillería.

Una madrugada de julio de 1970, una patrulla de la policía territorial se llevó al prisionero al desierto y nunca se volvió a saber de él. Este fue un error más grave, si cabe, que desencadenaría un cúmulo de errores mayores, hasta la salida del ejército español en 1976. Sin duda el liderazgo fue eliminado, pero el movimiento de resistencia, radicalizado y sin líder, careció de la posibilidad de haber negociado la descolonización del territorio.

En 1973 se constituye el Frente Polisario, de características básicamente anticoloniales y a partir de entonces se producen una serie de ataques contra puestos, patrullas y convoyes españoles. Tras la muerte de Carrero Blanco, el Gobierno español cambia de táctica y crea un partido tutelado, vacío de ideas pero con buenos fondos para dar apariencia saludable a fin de llevar la independencia de la mano de España, no obstante, el secretario general del partido Halihenna Rachid, se fugó a Marruecos con el dinero de la organización y rindió pleitesía al Rey Hassan II.

En 1974, el Gobierno español anuncia su intención de celebrar un referéndum de autodeterminación en el Sáhara en un plazo máximo de un año, a lo que Marruecos, consciente de que le resultaría desfavorable para sus pretensiones, reaccionó política y diplomáticamente para parar la consulta. A partir de aquí, Marruecos se movió con gran sagacidad, tanto a nivel internacional, como para prometer y convencer al Gobierno Español sobre la participación en la explotación de las minas de Bucraa, los pozos de petróleo, la pesca y el “oro del moro” que no se cumplió. Se puede decir que los firmantes españoles del acuerdo de Madrid, entregaron el territorio y sus habitantes sin compensación ni provecho alguno para la nación española. Otra cosa serían los beneficios personales, que es seguro que los hubo.  

La Marcha Verde, ideada desde Marruecos, era proyectada por un gabinete de estudios estratégicos localizados en Londres y financiados por Arabia Saudita. El Departamento de Estado norteamericano lo conocía. Es más, poco antes del inicio de la Marcha verde, el recientemente reconocido con el premio Nobel de la Paz –Henry Kissinger–, entonces Secretario de Estado Norteamericano,  decidió que el Sáhara debía ser marroquí. Sigilosamente comunicó al Gobierno de Marruecos en un telegrama: “Laissa podrá andar perfectamente dentro de dos meses; él la ayudará en todo”. Para los EEUU era fundamental reforzar el flanco atlántico africano, consolidando la posición de Hassan II, ante la posibilidad de la influencia Argelina, para conseguir una comunicación directa entre el Mediterráneo y el Atlántico.

La Marcha Verde, iniciada en noviembre de1975 por unos 350.000 participantes, la mayor parte de ellos parados y subempleados de las grandes ciudades, creó las condiciones necesarias para que el Gobierno español se declinase definitivamente por el abandono inmediato de la región. Los responsables del poder español se pusieron muy nerviosos ante la situación, agravaba por la incertidumbre que producía el inminente declive del franquismo ante la delicadísima salud del Dictador, quien en sus tiempos jóvenes se formó y forjó en África, hasta llegar a ser comandante supremo de la Legión. Franco se estaba muriendo. El colmo de los fantasmas del poder franquista en declive, comenzó a soñar con el “comunismo sahariano”, hasta el mismo Fraga declararía que el Frente Polisario estaba formado por un nido de comunistas.

En este contexto, en una situación descoordinada y desordenada, mientras que el embajador ante la ONU, Jaime de Piniés, intervenía ante este Organismo por las amenazas de Marruecos, diferentes responsables del Gobierno y del ya efímero poder franquista negociaban a varias bandas con responsables marroquíes la traición al pueblo saharaui, al mismo tiempo que las decisiones del Gobierno valían tan poco que se diluían en breve  como un pilar de azúcar en agua, a pesar de la preocupación e intervención del inexperto príncipe Juan Carlos por cumplir con los compromisos internacionales y garantizar la paz, que no sirvieron de nada.

Hassan II tenía calculado tal desmorone. Una vez llegado el “momento adecuado”, el 21 de octubre mandó acercar la Marcha Verde hasta Tarfaya, en la misma frontera con el Sáhara. Una vez allí, el 30 de octubre de 1975, las fuerzas armadas marroquíes invaden el territorio, sin protesta alguna por parte de España y se dirigen hacia Hausa, Echdeiria y Farsía, donde son detenidas por el Frente Polisario, formado en parte por soldados saharauis que desertaron del ejército español llevándose armamento y vehículos.

La “jugada” arriesgada y controlada por Hassan II, le salió redonda. El éxito fue muy superior a lo que Hassan II esperaba, pues conocía sus límites. Tras superar un golpe de estado, un atentado y una sublevación entre 1971 y 1973, Hassan II sabía que además no podía enfrentarse en guerra contra España, dada la superioridad numérica y de medios del ejército español. La entrega del Sáhara se formalizó en Madrid entre el 12 y el 14 de noviembre de 1975, por medio de Acuerdos Tripartitos. Se daba entrada a la administración de Marruecos y Mauritania, contra toda doctrina de la ONU y España se retiró precipitadamente y definitivamente el 28 de febrero de 1976, llevándose hasta los muertos de los cementerios. España no tuvo respeto alguno por el principio de autodeterminación.

Actualmente, la situación sigue sin resolverse. Hay un plan especial todavía de la ONU, la MINURSO, para asegurar un futuro referéndum para la autodeterminación, y aunque Mauritania abandonó la parte Sur después de las continuas derrotas militares por incursiones del Frente Polisario, el Sáhara Occidental continúa dividido y militarizado, en la mayor parte bajo Gobierno Marroquí, que también ocupó militarmente la inmensa mayoría de la zona Sur abandonada por Mauritania.

El Sáhara está vertebrado de noreste a sureste, por un muro hecho por Marruecos, de 2.700 kilómetros de largo comprendiendo la mayor parte del territorio, vigilado por 150.000 soldados y con importantes medios de detección, donde están las mayores riquezas minerales en fosfatos del mundo, pozos de petróleo, y uno de los litorales más ricos del planeta en pesca. El Frente Polisario, tras 9 años de guerra con Marruecos, firmó un alto el fuego y los saharauis independistas se hallan ubicados por millares en campamentos de refugiados cerca de Tinduf –Argelia– y en los pocos terrenos que les quedan al otro lado del muro. La República Árabe Saharaui Democrática está reconocida por 80 países y es miembro de la OUA africana. Sin embargo, España no reconoce este país. Los saharauis que quieren la independencia viven en condiciones muy dignas –dentro de lo que cabe–, son una sociedad bien organizada, aunque dependen de la ayuda internacional. 

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