La luz de tus ojos

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Jueves, 17 de diciembre de 2009, a las 19:02:45

Opinión

La luz de tus ojos

Ahora que muchos se preguntan quién eres, de donde vienes y que es lo que necesitas. Querida Aminetu todos sabemos que eres la luz que ha iluminado el mar de la ignominia y ha levantado la bandera de nuestro destierro.

Querida hermana quiero que sepas que todo tu dolor y sufrimiento es una parte inseparable de la humillación a la que nos han sometido con la complicidad de los poderosos que han trazado un plan para liquidarte y liquidar contigo a tú pueblo.

Hermana, su estrategia es seguir silenciando la paz que nace en tus ojos y termina en tus labios. El monstruo que te expulsó, te infligió el dolor moral y físico; es un personaje llegado de la edad media no es de nuestra época, pertenece a los bárbaros que humillan a su pueblo con la ceremonia del besamanos y suben en un corcel de pura sangre mientras los súbditos rezan en honor a su gloria.

Esos reyes déspotas y sanguinarios conocen tu historia y la de tu pueblo y se amparan en la ley que les otorgan los mercenarios de la política internacional para despreciarte y despreciar contigo la no violencia de tu determinación, quiero que sepas que eres el aliento de quienes queremos la libertad de tu dignidad. No te apagues resiste esta batalla. La batalla de tus ideas terminará matando a los cobardes quienes prefieren vivir negando la razón de tu justicia.

Querida Aminetu desde la distancia del exilio que nos separa, volveremos para derribar la ideología sanguinaria del horror.


Ali Salem Iselmu.

 
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Aminetu, la libertad

Hoy, querida hermana, estoy triste, como ayer.

Quiero que sepas que estoy sentado a tu lado,
leyendo los versos que nacen de tu nombre.
Que te miro a los ojos y veo la luz que brillará un día,
y el fuego que arderá para darnos calor,
y el resguardo que protegerá la ciudad que brota de tu mirada.

Hoy, querida compañera, estoy triste, como ayer.
Pero he visto la paz que mana de la firmeza de tus manos,
de la decisión irrevocable de ser saharaui hasta la muerte,
y de tu seguridad en que volverás a El Aaiún, firme la voluntad y alta la frente.
Te acompaño con mi voz, te doy mi canto, te doy mi corazón.
Quiero que sepas que mis cinco oraciones de cada día
comienzan y terminan con tu nombre, Aminatu.

Mañana es la fiesta de la ausencia.
Mañana es silencio tenebroso, cabizbajo.
Mañana es otro día sin patria, un amanecer sin hijos, un despertar sin madre.
Mañana es un día muy triste, como ayer, mañana es un día más sin libertad.

Ebnu

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