No nos someteremos al rey marroquí

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Sábado, 12 de diciembre de 2009, a las 10:18:03

Derechos Humanos

No nos someteremos al rey marroquí

Fuente: The Guardian

Original en Inglés. Traducido por Atenea Acevedo para SaharaLibre.es

Debe hacerse justicia en el caso de Aminetu Haidar, activista en huelga de hambre. Suplicar al monarca podrido de Marruecos no es hacer justicia.

Una mujer saharaui, Aminetu Haidar, yace en el suelo del aeropuerto de Lanzarote, está en huelga de hambre y cercana a la muerte. Se le impidió entrar en su propio país porque se negó a escribir “marroquí” como lugar de origen en el formulario correspondiente. Se le niega el acceso a su hija y su hijo en su casa situada en El Aaiún, bajo control marroquí. El Tribunal Internacional de Justicia ha declarado que el pueblo saharaui tiene derecho a la autodeterminación y el Sáhara Occidental está ilegalmente ocupado por Marruecos. No obstante, a Haidar se le incautó el pasaporte y fue arbitrariamente obligada a subir a un avión con destino a territorio español.

Nos pidieron sumar nuestros nombres a una carta firmada por un número importante de brillantes sindicalistas y personalidades de la literatura, el arte y la política, una carta dirigida al Rey de España para exhortarlo a interceder por la vida de Haidar ante el Rey Mohammed VI de Marruecos. Si bien respetamos la buena fe de todas estas personas, entendemos que nos embarga la desesperación por evitar una tragedia y, sin duda, la mayor esperanza que alberga nuestro corazón es que esa buena fe venza, creemos que la iniciativa no basta. Desde luego, destaca un hecho fundamental: el Rey Mohammed es la figura que efectivamente detenta el poder en Marruecos. La carta, en esencia, suplica al Rey de España que suplique al Rey de Marruecos para que éste nos haga “un favor” y arregle el entuerto. Sí, claro, buena suerte.

Ya es hora de llamar a las cosas por su nombre y dejar las genuflexiones de lado. La revista Forbes calcula que la fortuna de Mohammed VI asciende a unos 2.000 millones de dólares y se dice que es el octavo monarca más rico del mundo. Según Wikipedia, Mohammed y su familia tienen importantes intereses comerciales en sectores como la minería, el procesamiento de alimentos, las ventas al detalle y los servicios financieros. Además, el presupuesto diario de su palacio alcanza cifras astronómicas. Independientemente de la considerable fortuna personal de Mohammed y su enorme influencia en las instituciones políticas de su país, Marruecos es un Estado que ha firmado tratados internacionales con obligaciones vinculantes. Al hacer caso omiso a dichas normas internacionales, a la legislación sobre los derechos humanos y el Tribunal Internacional de Justicia, Mohammed VI se comporta como un déspota medieval.

La política exterior de Mohammed VI es grosera y su fétido olor llega a las nubes. El trasfondo de cualquier reto es amenazar a España con soltar hordas de marroquíes empobrecidos y desesperados por cruzar el estrecho y llegar a Europa. O peor aún: detener la cooperación en asunto de “terrorismo”. En otras palabras, hacer la vista gorda ante fundamentalistas islámicos.

El rey es un hipócrita. En junio de 2000 la Universidad George Washington le entregó un doctorado honoris causa “por fomentar la democracia en Marruecos”. Habría que quitarle semejante reconocimiento. En un discurso pronunciado el 4 de noviembre pasado afirmó que “se es patriota o traidor”, frase con la que condenó a toda persona que se niegue a reconocer la soberanía de Marruecos en el Sáhara Occidental y respaldó la represión de la resistencia pacífica.

La exigencia oficial de Mohammed VI y condición para devolver a Aminetu Haidar sus documentos es que ella le pida perdón por la audacia de referirse a su patria como el Sáhara Occidental y no como Marruecos en un pedazo de papel. Una exigencia que se hace a una mujer que fue torturada y que estuvo desaparecida durante cuatro años en una cárcel secreta. Un lugar donde la mantuvieron con los ojos vendados y amordazada, donde fue golpeada, sometida a descargas eléctricas y sufrió amenazas de violación. Si Mohammed VI tuviera un mínimo de humanidad sería él quien le suplicaría perdón.

La gran tragedia es que mientras tantos rincones del mundo islámico están sumidos en la violencia y la desesperación, mientras tantos rincones del continente africano están bañados en sangre, en medio de todo ello está Aminetu Haidar, una frágil figura comprometida con la resistencia pacífica.

Esperamos que se redacte una carta distinta para enviarla a Mohammed VI antes de que Haidar muera, una carta firmada por personas de todo el mundo (incluido el señor Zapatero, presidente del gobierno español elegido por voto popular) en la que se exija al rey y a su gobierno el respeto del derecho internacional y se le invite a formar parte del mundo civilizado.

Mientras pensamos en este hombrecito en su inmenso palacio, sentado junto al teléfono (basta con hacer una llamada para devolver el pasaporte a Haidar y permitirle volver con su hija y su hijo, cuyos corazones seguramente están destrozados), nos recuerda a los antiguos emperadores romanos que con el pulgar decidian el destino de sus cautivos. Puede que Mohammed VI se sienta todopoderoso en su lujoso entorno, pero si tuviera un mínimo de imaginación y cierto sentido de la historia se daría cuenta de que si deja que Haidar muera su transparente espíritu de resistencia pacífica eclipsará su crueldad y frivolidad a donde quiera que vaya por el resto de su vida. Si hay justicia, se le tratará como a George Bush cuando recibió un zapatazo en Bagdad y será visto como persona non grata en el mundo civilizado, por más realeza que destile. No nos sumamos a la súplica de favores conjurados en privado entre dos reyes. Exigimos justicia, como seres humanos.

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