Vivo refugiado, lejos de ti y soy saharaui

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Jueves, 10 de diciembre de 2009, a las 13:42:20

Opinión

Vivo refugiado, lejos de ti y soy saharaui

Fuente: Blog.Artecar24.com

Soy saharaui, no soy marroquí. Mi pueblo y mi cultura se habla, se transmite y se escribe en hassanía, nuestra lengua materna. Nuestra tierra original está en el borde occidental del Sáhara, nuestro desierto, bañado por las frías aguas del Atlántico. Pero no tengo patria ni nacionalidad.

Más de la mitad de mis 250.000 compatriotas viven en cuatro campos de refugiados ubicados en suelo prestado por Argelia, en su provincia de Tinduf. Dimos a los campos los nombres de nuestras cuatro grandes ciudades para tener siempre en nuestra memoria la tierra de nuestros padres y abuelos: Aaiún, Auserd, Smara y Dajla.

Tengo 38 años, ya cumplidos. Tenía unos 5 años cuando mi madre me levantó en sus brazos y abandonó su hogar, sus raíces, sus tierras y su modo de vida. Mi padre desapareció, lo dimos por muerto, en los primeros enfrentamientos con el ejército marroquí durante los primeros años de combates. Crecí construyendo este campo del olvido, oyendo las historias de los canarios que trabajaban y habitaban nuestra tierra cuando aún éramos colonia española.

España nos abandonó, queríamos la libertad y la independencia, al igual que Marruecos luchó por la suya contra el colonizador francés. Queríamos regir nuestro presente y nuestro futuro, independientes, con una nación propia. Pero España abandonó su obligación, huyó cobarde ante el marroquí y el mauritano. Abandonó sin lucha nuestra tierra, sin terminar el proceso de descolonización y sin facilitar la creación de un Estado propio en el Sáhara occidental. Marruecos, un país que luchó por su independencia y que la obtuvo en 1956, ocupó nuestra tierra y se convirtió en colonizador sólo 20 años después. El perro había aprendido las lecciones de su antiguo amo. Lo digo con rabia, lo digo con amargura.

Me casé en un campo de concentración donde nuestro carcelero es la arena que no nos pertenece. Sembré aquí una familia, en la desidia, alimentando a 500 prisioneros de guerra del invasor. Oímos impotentes las noticias de la represión sufrida de los que quedaron en nuestra tierra a manos de la política del ocupador. Nuestros derechos, los más básicos e indispensables, no existen.

No interesamos a los países africanos, no interesamos a Europa y no interesamos a América. No tenemos petroleo ni riquezas sobre las que poner la mano de alguna multinacional. Sólo 82 estados del mundo, en su mayoría pequeños países casi desconocidos, reconocen nuestra República Árabe Saharaui Democrática. La ONU no nos reconoce. España no nos reconoce. España mira para otro lado. España se siente incómoda. Pero no los españoles.

Para los españoles no somos nada más allá de una noticia internacional de las muchas que pasan desapercibidas en sus televisores, sus radios y sus periódicos. Sólo los canarios, los más viejos, nos recuerdan. Sólo los cooperantes nos tienen presentes en su conciencia.

Y hoy, una mujer, Aminatou Haidar, está dispuesta a dar su vida, su existencia y su energía por la causa de su pueblo, de mi pueblo, de su cultura, de mi cultura, de su tierra, de mi tierra. Una mujer y una causa que no es entendida desde Gibraltar hacia el norte. Una mujer que es una nación, una nación que es un asunto incómodo para Madrid y su monarquía parlamentaria. Una incomodidad que es necesario obviar, olvidar y acallar con promesas.

Porque, después de todo, español que me lees, yo vivo en el desierto, lejos de tu riqueza, de tu prosperidad, de tus problemas cotidianos. ¿Qué te va a importar a ti lo que aquí suceda?

Nada.

Y Aminatou Haidar, tampoco.

Angel Cabrera

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