gentedigital.es/L. D. Bronstein

A la saharaui Aminatu Haidar, premio "Robert kennedy", entre otros muchos, que honra a los defensores de la legalidad social en el mundo; la voz que denuncia las flagrantes violaciones de Derechos Humanos perpetradas por las autoridades marroquíes contra los indefensos ciudadanos saharauis principalmente en los territorios ocupados del Sáhara Occidental, la vicepresidente De la Vega o el Gobierno español, le pide "desde el afecto y la comprensión, que reconsidere su posición"

Aminatu Haidar lleva más de quince días en huelga de hambre en protesta por su retención en el aeropuerto de Lanzarote. La retirada de su pasaporte por las autoridades marroquíes y su posterior deportación a España ha provocado esta situación irregular.

Tan irregular como el acuerdo tripartito de nuestro país con Marruecos y Mauritania que en 1975 abandonó a su suerte a un pueblo. Un trato al que distintos dictámenes de Naciones Unidas no reconocen validez alguna.

Una acción, la de Aminatu, que va más allá del hecho de carecer de pasaporte. Es un acto en defensa de su pueblo como los manifiestos y concentraciones que se celebran por toda España en su apoyo.

Un acto más, sí, que ella y muchos españoles llevan haciendo años, casi desde que el pueblo Saharaui fuera confinado en los campamentos de refugiados del desierto argelino y su tierra desgajada por un muro de 2.720 kilómetros (8 barreras que han avanzado progresivamente hacia la frontera de Marruecos con Mauritania y Argelia). Los gobiernos españoles que se han sucedido en la etapa democrática han mirado para un lado y el pueblo para otro, como casi siempre.

Desde 1991 los saharauis guardan estoicamente, sin bajar la guardia, un alto el fuego a la espera de que la comunidad internacional deje de hacer oídos sordos a sus legítimas reivindicaciones y de paso obligue a Marruecos a convocar un referéndum sobre su autodeterminación con plenas garantías de legalidad.

Mientras tanto el Gobierno de España pide a Haidar que reconsidere su posición y, de regalo, le ofrece la nacionalidad. Pero ella sólo pretende volver a El Aiun y no ser extranjera en su propia casa.

Nosotros sí deberíamos reconsiderar nuestra posición.