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LUIS DE VEGA | RABAT

Marruecos celebra elecciones municipales mañana viernes. Poco importan los 550 millones de dirhams (unos 50 millones de euros) de presupuesto, los más de 13 millones de electores (incluidos los del Sáhara Occidental), los más de 130.000 candidatos para 27.795 cargos, la compra de votos a unos 40 euros o la novedad del doce por ciento de puestos reservado a mujeres. Poco importa, en fin, todo esto en comparación con el terremoto político que ha supuesto la aparición de una nueva formación -que ya acapara toda la atención- por arte de un compañero de colegio y amigo del rey Mohamed VI, de nombre Fuad Ali Himma.

El Partido Autenticidad y Modernidad (PAM) nació hace apenas diez meses y pronto atrajo a numerosos tránsfugas, arrimados al calor del poder que irradia Ali Himma. Nuevo protagonista en un Parlamento y un Gobierno con escaso margen de maniobra frente a la omnipotencia del monarca y su entorno (el «Majzén»), el PAM dio a finales de mayo una vuelta de tuerca que hizo saltar la crisis en medio de la cual se celebran las elecciones municipales. La formación de Ali Himma retiró su apoyo al Ejecutivo del primer ministro Abas El Fassi, del Partido Istiqlal (PI), y se unió a las filas de la oposición, liderada por los islamistas del Partido Justicia y Desarrollo (PJD). Ausente del país durante semanas, Mohamed VI ha sentido la onda expansiva de este terremoto político desde su retiro privado en París. Desde allí emitió un comunicado en el que daba su apoyo a El Fassi, al que eligió jefe de Gobierno tras las legislativas de septiembre de 2007. De esta forma, daba cierta continuidad a un Ejecutivo que sobrevive en minoría sin el PAM. Pero, en Marruecos, dos y dos no siempre suman cuatro, sobre todo si el que hace las cuentas es el soberano. Que el rey apoye al líder del Istiqlal no le impide autorizar la jugada del partido de su amigo Ali Himma. Entre bambalinas, todos dan por sentado que la crisis no se hubiera producido sin el visto bueno de palacio, que buscaría fustigar así, por medio del PAM, el anquilosado sistema de partidos. «He seguido la campaña y no hay proyectos nuevos», opina sin embargo el politólogo Mohamed Naji. «Es una lástima, pero ni el PAM presenta nada nuevo, aunque sí podemos decir que ha dinamizado algo la vida política para dar respuesta a los islamistas, que son los únicos que conectan directamente con el pueblo porque aportan soluciones y tienen espíritu crítico». El partido del «virrey», como se conoce a Ali Himma, es el último en llegar pero es el que más candidatos presenta, por encima incluso del artículo 5 de la Ley de Partidos, que impide serlo a los tránsfugas. Muchos se preguntan cómo lo han permitido los tribunales. Y eso que, siendo él mismo ministro delegado del Interior, fue cuando se aprobó la ley contra el transfuguismo que ahora no quiere que se aplique. Dos fantasmas La de mañana será «la primera experiencia de este fantasma, que temo será de largo recorrido, y que quiere reventar la actual estructura de viejos partidos. Pero habrá que ver si no acaba siendo uno más», afirma el profesor Bernabé López, desplazado al reino alauí como miembro del Observatorio Electoral de la Universidad Autónoma de Madrid.Con el otro fantasma, el de la abstención, bien presente, hay dos incógnitas para mañana: ¿Cuántos votarán por el PAM? ¿Cuántos no votarán?