Frank Ruddy, abogado y antiguo diplomático estadounidense (número dos de la MINURSO en 1994), considera que la gestión de la ONU en el Plan de Paz para el Sáhara constituye un “auténtico escándalo”. No sólo le parece “inaudito” el doble rasero con que la organización, a fuerza de mirar hacia otro lado, “vendió a unos don nadie, los saharauis, para quedar bien con el poderoso, el rey Hassan de Marruecos, que invadió el Sáhara Occidental”. También cree intolerable el silencio de los cascos azules ante el clima de terror que las fuerzas marroquíes de ocupación mantienen entre la población civil saharaui con sus continuas tropelías.

“Sólo recuerdo haber vivido algo tan siniestro y terrible en la Sudáfrica del apartheid”, asegura Ruddy.

“Marruecos pinchó los teléfonos de la ONU, interceptó su correo y registró con toda impunidad las habitaciones de sus empleados; impedían que los saharauis se pudiesen acercar a las instalaciones de la ONU para hablar con nosotros y, cuando llegó el momento del registro de los votantes para el referéndum, privaron del derecho de voto a muchos saharauis para sustituirlos por infiltrados marroquíes”.

Lo más increíble, añade Ruddy, es que dentro de la ONU, en lugar de denunciar estos hechos, se hiciese lo posible por taparlos, incluyendo las represalias a los funcionarios de la ONU que no aceptaron seguir callando.

Cuando tras permanecer un año en el Sáhara Occidental Ruddy dejó la ONU, se convirtió en un infatigable defensor de los derechos de los saharauis. El entonces Secretario General de Naciones Unidas, Butros Gali, no perdonó sus críticas y llegó a prohibir una intervención suya ante la Cuarta Comisión de la Asamblea General de Naciones Unidas.

Fuente: Mundo negro (Revista misional africana), enero 2009.