Estatua del mar

Print version | Versión para imprimir

Martes, 22 de julio de 2008, a las 20:16:15

Opinión

Estatua del mar
Habíamos ido a Vilanova i la Geltrú, para participar en una acampada que celebró el movimiento de solidaridad con el Sahara en Cataluña, "No els volem refugiat“ (No los queremos refugiados).

Cuando llegamos a la playa corrimos para abrazar los rayos del sol, a caminar por las calles espaciosas y tranquilas, a disfrutar de una tarde de paseo que nos parecía imposible. Veníamos de Barcelona y llovía que parecía el diluvio, recorrimos la playa que era preciosa y estaba vacía. Dicen que siempre lo está en el invierno. Estaba el mar relativamente tranquilo, con sus golpes de olas y su espuma, con sus algas y sus conchas. Con sus cañas de pescar, su puerto, sus veleros y barcas. Sus pescadores. Un mar con sus corredores de fondo, sus paseantes y jubilados. Y con sus muchachas preciosas. Un mar con sus olas que pintaban en la arena dibujos de monstruos, figuras extrañas olas-nubes. Olas-pinceles, que dejaban grabados de arena en la orilla y se iban abandonando sus cuadros efímeros, que nacían y morían a los pocos segundos.
Desde lejos se veía una estatua cerca de la orilla, era de un toro. “Pero ¿qué hace un toro en medio del mar?” – me preguntaba una y otra vez. Me acerqué a aquella extraña estatua. De cerca, y ante mis ojos, el indudable toro que veía a lo lejos sufrió una metamorfosis: se transformó en vaca. De toro sólo tenía la cabeza, el resto era vaca. Una vaca con el estómago vacío. En el lugar de las vísceras, de los riñones, del hígado estaba recostada una mujer, "la filla del sol" (la hija del sol), parecía una diosa griega. Estaba desnuda, con sus pechos al aire, y el pelo recogido, lo sujetaba con una mano, y con la otra se apoyaba en no se qué. En su eterna postura “la filla del sol” estaba recostada en el vientre del toro-vaca en una posición imposible. Su imagen era extravagante, con el culo encumbrado y una vagina sustituyendo el trasero del animal. Un animal con enormes cuernos afilados. La vaca-toro con la mujer dentro, tenía unas tetas grandes que parecían a puntos de reventar si no se las ordeñaba. "La filla del sol" sufría por un amor imposible, o por un desengaño, el desengaño del Dios de Creta. No pude memorizar lo que estaba escrito en la estatua, y que en cierto modo explicaba la leyenda.

Encima de la estatua había allí todo tipo de cosas escritas, algunas de ellas eran frases vulgares dejadas por gente que pasaba por allí, en un momento en el que nadie vigilaba la estatua. Gamberradas que hablaban de la vagina de la mujer, y de que esa "filla del sol", no era más que una zorra.

El toro-vaca-filla, en su eterna postura intenta embestir el mar, con sus enormes cuernos, en su rostro esculpida una expresión potente, soberbia, con dos ojos inyectados de odio y ganas de venganza. El fabuloso animal rodeado de agua, de enormes piedras. Las olas llegaban hasta las piedras y las golpeaban con tanta fuerza que parecía que lo que intentaban era provocar al híbrido animal para que saliera a embestir el mar y se ahogara para siempre, en vez de estar allí parado, con su pose, indiferente a todo: al mar, al sol. Indiferente a la tragedia de los refugiados. A la solidaridad. Indiferente al perfume que el aire nos regalaba, a las sonrisas, al colorido y la música del campamento que se había instalado en la playa. Indiferente a la leyenda y a su propia inmortalidad.

Limam Boisha



*Nota: “Pasifae” es una escultura del vilanovense Òscar Estruga, realizada con tres toneladas de cobre.
Está inspirada en una leyenda mitológica. Poseidón, dios del mar, envió un toro blanco al rey Minos de Creta para que lo sacrificara en su honor. El rey Minos no lo hizo, provocando la ira de Poseidón. El dios se vengó haciendo que la mujer del rey, Pasifae, se enamorara locamente de aquel toro blanco. Bajo las órdenes de la reina, Dédalo -que era el ingeniero de la época- construyó una vaca de madera, donde se escondió Pasifae. Así, Pasifae pudo consumar su amor con el toro blanco. De su unión nació el minotauro. La muerte del minotauro, a manos del ateniense Teseo, liberó del miedo a todos los pueblos del mediterráneo.

Este artículo proviene de SaharaLibre.es

http://www.saharalibre.es

La dirección de esta noticia es:

http://www.saharalibre.es/modules.php?name=News&file=article&sid=2308

Fuente: