El documental, de 17 minutos de duración, nos habla en primera persona de la historia de algunos jóvenes que, como tantos y tantos otros (alrededor de 800 cada año), marcharon lejos de su hogar y sus familias para ir a estudiar a Cuba, Libia o Argelia. Tras 15 años lejos del desierto, vuelven como biólogos, economistas, médicos, ingenieros... Pero, cuando regresan a los campamentos de refugiados, sólo les queda el desierto. El corto, de una sencillez aplastante, habla del choque cultural que sufren estos jóvenes, tanto al marcharse como al volver, de la dureza de la lejanía y de la soledad, sin saber nada de sus familias, de la angustia ante la impotencia de no poder ejercer su profesión en los campamentos y de cómo, al final, su único aliciente es intentar que otros jóvenes como ellos tengan una educación y un futuro.

Durante la presentación y el coloquio posterior se aprovechó para hablar de la situación actual del pueblo saharaui desde que comenzó la Intifada en mayo de 2005. El desesperanzador informe de Kofi Annan en abril de este año, la incomprensible falta de voluntad política del Gobierno de España por afrontar el problema y ser el motor de la solución del conflicto y el persistente olvido de la Comunidad Internacional, sitúan a los saharauis en el límite de su capacidad de resistencia. Los continuos incumplimientos de la legalidad internacional por parte de Marruecos y la violacón de los Derechos Humanos en ñlos territorios ocupados sólo pueden ser contestado por el Gobierno y la sociedad españolas con una enérgica repulsa y protesta, obligando al gobierno marroquí a aceptar las resoluciones de Naciones Unidas y celebrar un referéndum de autodetermionación APRA la independecia del Sáhara Occidental.

La situación de torturas y represión en los territorios ocupados y de escasez en los campamentos de refugiados de Tinduf es de extrema gravedad. El gobierno marroquí sigue sin aceptar la resolución del conflicto y las vías pacíficas por las que ha optado el Frente Polisario se agotan. Mientras tanto, la Comunidad Internacional y el Gobierno de España prefieren mirar a otro lado.

Esperemos que, como dijeron Mario Esteban, Presidente del CJE, y por Musa Selma, representante de la UJSario, este documental sirva al menos para sensibilizar a la sociedad española sobre este problema que lleva ya 31 años pendiente de solución.