El pedrusco

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Lunes, 05 de noviembre de 2007, a las 17:25:18

Opinión

El pedruscoEDURNE URIARTEEn un debate sobre la política internacional de Aznar y Zapatero en la edición española del Foreign Policy, José Ignacio Torreblanca, el representante de la posición progresista (el otro era Florentino Portero), compuso, me temo que a su pesar, un retrato demoledor de las posiciones internacionales de Rodríguez Zapatero: «No le interesa el conflicto, así que lo evita siempre que puede. Nunca ha querido ser un Churchill. No quiere forjarse en las decisiones a vida o muerte típicas de las relaciones internacionales. Por eso se ha sentido tan cómodo con Kofi Annan, la Alianza de Civilizaciones y la cooperación al desarrollo y tan incómodo en Afganistán, la OTAN y todo lo relacionado con la seguridad».
En otras palabras, Zapatero huye de los conflictos internacionales. Cuando se producen, él no los reconoce o los transforma en otra cosa. Aplicado a Marruecos, es así como el asalto marroquí a Perejil se convirtió en el ridículo incidente del pedrusco y en una sobreactuación del Gobierno del PP. Y la beligerancia de Marruecos en una consecuencia de la falta de capacidad de diálogo de José Maria Aznar.
El problema de la antítesis española de Churchill es que, además de disfrazar los conflictos, les aplica sus propias recetas. En este caso, la atribución de la responsabilidad a España y la búsqueda de la aprobación de Marruecos a través de la cesión española a sus exigencias, especialmente en el Sahara.
Cinco años después de los chistes de la izquierda sobre el pedrusco y tras tres de las recetas dialogantes del anti-Churchill español, Marruecos está exactamente donde estaba. Agresivo, desafiante y provocador respecto a España. Las risas sobre el pedrusco ya no parecen tan atractivas. Y mucho menos a la luz del fortalecimiento del radicalismo islamista del Magreb y el último llamamiento de Al Qaeda, una organización que pide la «liberación» de Ceuta y Melilla.
El conflicto vuelve a ser conflicto, a pesar de los esfuerzos de Zapatero por convertirlo en otra cosa. Con la diferencia de que el mensaje de debilidad, lo que Aznar quiso evitar con su respuesta en Perejil, es ahora lo que define la posición de España.

Fuente: ABC.es

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