Otra mañana. Más cine, más talleres. Y rueda de prensa con el presidente de la Republica Saharaui y entre fotógrafos ,periodistas y actores se desliza como un oso grande y sabio, sus respuestas son pausadas y dominando la escena. Presenta la última propuesta del POLISARIO a la ONU. Tres posibilidades: 1) Indepedencia 2)Integración en Marruecos 3) Autonomía. Y las tres no dependen del POLISARIO sino del pueblo Saharaui. Que él decida en un Referéndum de Autodeterminación. Que se cumpla la legalidad internacional. Y afirma despacio como si el futuro no dependiera de él "Estamos perdiendo la paciencia pero hasta hoy mismo todavía nos queda un poco"
Amparanoia y Norr suena en la última noche. Fiesta a altas horas de la madruga amenizada por Willy Toledo con guitarra y voz ronca se atreve con cualquier canción. De vuelta a la jaima vuelvo a perderme, veo lucecitas salvadoras a lo lejos que resultan ser niños que a las 5.30 acuden a la madrasa coránica, para poder ir más tarde, cuando amanezca a la escuela laica. Se me ocurrió que podía ser buena idea plantearle esta forma de organización de las clases de religión a nuestra Iglesia Católica. Demasiado sacrificio para los críos ir a clase de religión unas horas antes de entrar en el colegio.
Consigo encamarme y el tiempo, que es un bicho que anda y anda, pasa como una exhalación. Hoy toca jornada de clausura. Entrega de premios y las gentes del cine y los músicos hemos elaborado un manifiesto a favor de este pueblo, lo leerán al limón Rosa Maria Sarda y Verónica Forqué. Preside la ceremonia Maria Salek, ministra de cultura junto Aminatu Haidar (líder popular de la intifada saharaui en los territorios ocupados) y Abdelkader Taleb Omar, primer ministro. El galardón como mejor película recae en "Hacia el mundo con tus ojos" de Astrid Oster, un documental hecho con fotografías realizadas por saharauis del Campamento de Dajla.
Pilar Ordóñez, compañera y nuestra directa organizadora en el festival nos sugiere que después de leído el Manifiesto, cada actor, director, productor, etc. digamos unas palabras al Festival. Obedecimos y cada uno fue mostrando su agradecimiento a este pueblo. Poco a poco las palabras se contaminaron de emoción. Hasta que fueron los ojos de Judih Dhiakate los que muestran lo que sentimos, emoción de amor y admiración por esta gente que nos rompe esquemas, egos y ombligos. Por primera vez los espectadores han provocado más emotividad que nuestras películas. En este Festival de Cine el protagonista, no son los artistas, sino los espectadores, un pueblo, su alma, su dignidad y la lucha por su tierra. Todos lloramos. Nos fuimos poco a poco, cada uno se despidió de su familia, de su jaima. Su conductor los llevo al aeropuerto atravesando la nada. Turbantes y rosas del desierto como equipajes, ganas de quedarse...miradas de despedida, hasta pronto, hasta siempre....
Y como en una letanía me cuento: "Gracias por la sabiduría de vuestro te. El primero amargo como la vida, como vuestra dura y larga espera aquí en este terrible desierto. El segundo dulce como el amor. Como el amor que he conocido en las miradas y sonrisas de vuestros niños. El tercero, suave como la muerte. Esa muerte que estáis dispuesto a aceptar si no conseguís la tierra que os pertenece.
Campamento de Refugiados de Dajla, a 15 de abril de 2007. En el desierto.
(Manifiesto en apoyo de la causa saharaui suscrito por los participantes y leído en la clausura del Festival)
Hay huertos en el centro de la nada del desierto. Y hay escuelas, y un trajín de ir y venir lleno de vida. Todo eso, tanta vida, tanta energía, ha sido posible en medio del viento y de la arena.
Si todo eso ha sido posible, también tenía que ser posible el cine. Ha habido cine en el desierto. Un Festival de Cine, el único del mundo que se celebra en un campo de refugiados. Películas llenas de sueños, en este lugar donde el horizonte es tan enorme, tan gigante, que le gana en extensión a cualquier cielo.
Nosotros hemos venido con el cine, con la ficción, con la música… y hemos encontrado un pueblo que enseña a llenar el desierto de una política posible, verdadera.
Esto es un pueblo, un país, mejor dicho, un país amante de la paz que vive refugiado desde hace treinta y dos años, condenado a construir un sueño donde sólo hay arena y sal, aquí en la Hamada, en la peor de las maldiciones. Vacía de todo, y ahora, sin embargo, llena de esperanza. También ahora es un Estado, una vida organizada, la República Saharaui, un derecho político, un empeño decente de justicia.
Treinta y dos años después del abandono español y otros tantos de ilegal ocupación marroquí, el pueblo saharaui continúa partido en dos mitades. Una de esas mitades sigue reprimida en las viejas ciudades que también fueron españolas: El Aaiún, Smara, Dajla, Auserd…
Allí hay detenidos, torturados, encarcelados que resisten pacíficamente y responde cada día. Allí está, como ejemplo, una mujer valiente, entre otras muchas y entre otros muchos, Aminetu Haidar, que estuvo prisionera años y años en la cárcel negra de El Aaiún, donde todavía hoy permanecen decenas de prisioneros saharauis.
La otra mitad resiste en los campos de refugiados y demuestra con coraje, voluntad e inteligencia, que la vida es posible, incluso aquí, en el desierto.
Pues bien, si los huertos son posibles entre las piedras, si el cine es posible en medio de la nada; si es posible la vida con dignidad y verdad a pesar de la represión, y del viento y de la arena; si ha sido posible también que el pueblo saharaui esté presente en todos los ámbitos internacionales, y que su voluntad e inteligencia, tan extensas como su esperanza, demuestren que se puede construir este lugar, también ha de ser posible la honestidad y la decencia en la política española.
Sólo somos actrices y actores, guionistas, directores, gente de la producción, de la fotografía, técnicos… sólo gente del cine y de la música. Y desde lo que sólo somos, ciudadanos con criterio y opinión, queremos compartir también con las mujeres y los hombres, los niños y las niñas saharauis, el empeño de que Naciones Unidas no ceda a las pretensiones de Marruecos ni mantengan, con la ambigua complicidad de los sucesivos gobiernos democráticos españoles, esta injusta situación.
Le exigimos al gobierno de ahora, tan audaz en otras cuestiones en las que ha sabido alejarse de guerras ilegales y cobardes, que no se esconda entre lo que es deseable y lo que solamente es posible, que no juegue con autonomías equívocas y salidas engañosas. Que liquide las causas de esta lucha política, para que luego no tengamos que lamentar otras batallas. Que sea valiente. Que defienda, como así tuvo que ser desde el principio, el derecho a que el pueblo saharaui se reencuentre en la que siempre fue su tierra y que decida en libertad su futuro. Su destino.