RESPUESTA DE UN CIUDADANO SAHARAUI A LA INTERVENCION DEL PROFESOR BERNABE LOPEZ

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Viernes, 18 de mayo de 2007, a las 13:37:13

Opinión

RESPUESTA DE UN CIUDADANO SAHARAUI A LA INTERVENCION DEL PROFESOR BERNABE LOPEZ  Respuesta a la intervención del profesor Bernabé López en la mesa redonda titulada "Un proyecto político para el Sahara Occidental: Referéndum y autodeterminación vs. Autonomía», del día 8 de mayo 2007, durante las jornadas « Tiempo de soluciones para el Sahara Occidental » Organizadas del 7-10 de mayo por las Universidades publicas de Madrid.

Por Mohamed Mesaud, Ciudadano Saharaui.

Permítame Sr. Don. Bernabé, intervenir para devolver a la mesa su forma geométrica de absoluta perfección del equilibrio, y por tanto para que cada cual tenga su justo derecho a lo que le pertenece por natura, sin tener que apropiarse de lo ajeno, para luego no tener que ceder en nada ni humillarse frente a nadie (…) Usted en su intervención intenta por todos los medios posibles y no tan posibles, como el malabarista, dar la impresión a sus interlocutores, que es un observador desde la distancia, un historiador imparcial, en definitiva, simplemente pretende dar a entender, que no es mas que un intelectual interesado en el tema, mas por su atracción puramente académica, que por su atracción política y por tanto parcial.

Sin intención de desanimar, déjame decirle que fracasa en sus intentos de intelectual imparcial, de la misma manera que fracasó Marruecos, en negarle al pueblo saharaui no ya a autodeterminarse, sino simple y llanamente a existir. Comparo su fracaso con el de Marruecos, no por su defensa ciega  a las diversas como contradictorias tesis marroquíes harto conocidas por todos, sino por la similitud que guardéis en la forma de ese tipo de fracaso, fracaso que a pesar de su evidencia, lográis camuflar gracias al descarado poder que de momento sustentéis. Poder de la fuerza y no de la razón, poder de la imposición y no de la democracia, en fin, poder la injusticia y no de la justicia.

Cada uno de vosotros sustenta dicho poder -de momento me abstengo a darle mas adjetivos- para mantener la mesa redonda y no cuadrada como usted la ha calificado ya- a su manera.

Marruecos por la fuerza de los tanques, de Chirac y una mezcla Árabo-Israelí escenificada, a pesar de su aparente contradicción, en el chiringuito que tienen entre manos las monarquías árabes –igualmente sobra darles un calificativo- y el todo poderoso, influyente y sectario lobby judío que extiende sus mortíferos tentáculos allá donde existe la mínima señal de vida y de progreso (…)

Mientras usted, posee el poder de la influencia, gracias a su aparente posición de profesor de universidad, y digo aparente no porque no lo es de hecho, pero en el sentido en que se refugia en esa noble profesión, usándola como tapadera de su verdadero interés en el tema, que no es otro, que el mismo que tiene Marruecos o cierto partido político, que al menos, en lo que respecta al Sahara, no es digno ni de sus militantes y mucho menos de sus principios sobre los cuales se fundó (…). Influencia también, que ejerce a través de los plató, que le ofrece el todo poderoso y parcial grupo PRISA.

Sr. Bernabé, le felicito en su descubrimiento del agua tibia, al darse cuenta, aunque solo después de una observación prolongada, que el pueblo saharaui no es una excepción y que es, ni mas ni menos, como todo pueblo en el que existen corrientes, visiones, grupos de presión e intereses diversificados. Y por tanto, espero que no necesite de más tiempo ni de una observación mas prolongada aún, para darse cuenta que el pueblo saharaui como todo pueblo, ni más ni menos, tiene derecho a su tierra, a su libertad a su dignidad a su soberanía a su independencia. Y que por ende, sería miserable, hipócrita y nada halagüeño, por parte de un « imparcial intelectual » que mira el problema desde la punta de la colina, como usted se auto-identifica, pedirle al mundo de presionar, a un noble pueblo para rendirse y repartir sus legítimos derechos con el sátrapa régimen de Marruecos y sus buitres.

Por otra parte, permítame discrepar, sin ánimos de caer en el error del discípulo que pretende corregir a su profesor, pero sí reclamando y tomando el derecho que asiste a todo discípulo, de no limitarse a absorber todo lo que le viene en ganas a su profesor. Cuando habla de « tribus o sectores pro-mauritanos, pro-marroquíes, pro-argelinos, pro-españoles o simplemente pro-saharuis », aquí no esconde, sin embargo, sus intenciones de manipular la realidad, aprovechándose de su posición de « historiador imparcial » (contradicción en el termino, que usted mismo reconoce cuando afirma: « mi oficio de historiador me hizo comprender que la historia no lo explica todo, que la historia es narración reconstruida y por tanto manipulable ». No pederé, por tanto, mi tiempo en demostrarle la falsedad de su afirmación, por seguir fiel a aquella afirmación de Gabriel García Márquez (ejemplo de intelectual y profesor a seguir), que reza: « No hay peor ciego que el que no quiere ver ».

Solamente le diré que tanto desde el punto de observación de una colina como desde el punto de observación del fondo de un valle –sin pretender destrozar la teoría física de relatividad de Einstein, la cual usted, usa erróneamente para explicar los fenómenos político-sociales-. No existen sectores saharauis pro-mauritanos, ni pro-argelinos, ni pro-españoles en el sentido « entreguista » de los saharauis, ni tampoco en el sentido expansionista de los otros, porque tanto España, como Mauritania, han desistido y renunciado,  a su entonces colonialismo y ocupación del Sahara. Argelia, simplemente porque, jamás ha mostrado el mínimo interés en tales ambiciones imperialistas (…).

Sin embargo, para no caer en el extremismo de la realidad absoluta, no le puedo negar la existencia del minúsculo sector pro-marroquí, el cual dejaría de existir, en el mismo momento que se levante la situación de ocupación dictatorial y antidemocrática que lo ampara.

De eso, los primeros en reconocerlo, son los propios marroquíes por boca del artífice y culpable primero del problema en todas sus dimensiones, el difunto Hassan II, cuando admitió públicamente, que ha logrado la conquista del territorio pero no la de los corazones de los saharauis. De la misma manera son conscientes, Marruecos y sus carroñeros, de que la existencia de ese pequeño sector pro-marroquí, está estrechamente relacionada con la política de terror y de exterminio físico, practicada por su régimen preferido de la región en contra  de la población civil saharaui. Pero, dime Sr. Bernabé, ¿sería usted capaz de mantener sus convicciones en público, si estas son contrarias a la voluntad del verdugo que le tiene atrapado con sus infernales garras, y usted desprovisto de todo tipo de protección física?

Pero nuevamente, le felicito por reconocer que existe un sector « pro-saharaui », que sería simple y llanamente todo el pueblo saharaui, a pesar, de la redundancia (sector saharaui y pro-saharaui), en la cual usted no evita caer.

Se acostumbra usted, a menudo en sus artículos, tender la trampa clásica de volver la vista atrás en la manipulable historia, con argumentos trasnochados sobre los derechos históricos que supuestamente, Marruecos tiene sobre el Sahara Occidental, argumentos destruidos por las  contradicciones en las que incurre, una y tantas veces, sin necesidad ya, de llegar a las incontables resoluciones de legalidad internacional que los hacen añicos.

La cuestión del Sahara Occidental vista desde el punto de observación que quiera, es una cuestión de descolonización inacabada, de ocupación ilegal y de violación de los derechos humanos; Esas, son las conclusiones definitivas, a las cuales llegaron todos los observadores objetivos, desde la Haya, desde Nueva York, desde Bruselas, desde Adis-Abeba, desde Ginebra y por supuesto, desde el mismísimo Paris, Rabat o Madrid, por mucho que sus posiciones oficiales quieran demostrar lo contrario.

Sr. Bernabé, créeme al decirle, que siempre evito y espero haberlo logrado ahora también, el discutir visceralmente, para no alterar la función natural de las mismas y para no tener que aguantar un desagradable hedor en nuestra redonda, perfecta y equilibrada mesa. Pero al notar sus maliciosas intenciones, al darle ese carácter regresivo y negativo, a los logros de la revolución saharaui, especialmente, en lo que respecta su proclamado estado, al cual, todo saharaui sin excepción, aportó un sagrado sacrificio; Entonces, no puedo resistir la rabia que provoca en mis entrañas, sus ofensivos y gratuitos insultos de mercenario, pagado con la sangre de los míos. Le delatan sus propias palabras, cuando recuerda con tono de funeral, las vidas y presupuesto invertidos por su preferido régimen marroquí, mientras que del pueblo saharaui, solo recuerda con tono triunfal sus problemas y dificultades (…)

Sin embargo y por otro lado, no puedo, sino sentir lastima por la mezquindad en la que se envuelve,  cuando reconoce, que es el portavoz de los ausentes al decir: « lo lógico hubiera sido que de soluciones hablasen otras voces saharauis que existen y apuestan por la salida autonómica… » Ofreciéndose a hablar en su ausencia pero no en su nombre, sino en el nombre de Marruecos. ¡¡¡Qué casualidad!!! , ¿Por qué será? ¿O es que acaso, ni sus saharauis pro-marroquíes ni el propio Marruecos, se arman de la dignidad y moral necesarias para defender « su proyecto de autonomía »? ¿O es que, la verdad es que tal proyecto no tiene de Marruecos mas que el nombre, porque esta pensado, redactado y cocinado, por un grupo franco- español de intelectuales y políticos, quienes por unanimidad le eligieron como portavoz desde la « clandestinidad »?   
 
Que bien vende usted un proyecto « ajeno » y “por primera vez escrito en negro sobre blanco”, Sr. Bernabé. Pero que mal queda cuando intenta insultar la inteligencia de los saharauis y del F. Polisario en particular, cuando les tiende la venenosa carnada alabándoles, que « con su esfuerzo, resistencia y lucha han mostrado la esterilidad de la gestión securitaria y represiva de Marruecos ». No puedo sino reírme y decirle como dicen los chavales: « Que se le ve el plumero, Sr. », o ponerme serio, despidiéndome de lo que me queda de inocencia e intentar  ver lo infinito que puede llegar a ser la miseria humana.

A sus concluyentes y afirmativas preguntas, dando por hecho de que para encontrar una salida todos deben ceder un poco, afirmando que ya es una cesión suficiente por parte de Marruecos el reconocimiento de la identidad saharaui que está implícito en el proyecto de autonomía. Le responderé las veces que haga falta con un rotundo y mayúsculo NO. Y muchísimo menos puede ser considerada como una manifestación de la victoria moral del F. Polisario. 

Que poco valor y que desprecio le merecen los saharauis, Sr. Bernabé, ni si quiera los propios marroquíes nos valoran tan bajo, eso prueba la creencia popular de que siempre un convertido es mas radical que el autentico. Por honestidad, no puedo sino manifestar mi alergia, repugnancia y desprecio a todo radical que pretende ser mas papista que el papa.

Sin embargo, lo mas grave no es la manera en la que se preste de portavoz para insultar la inteligencia de los saharauis y el Polisario, sino, su manera de hacer apología al genocidio y exterminio masivo, que practicó Marruecos de Hassan II contra el pueblo saharaui, las violaciones de derechos humanos que está practicando actualmente Mohamed VI en las zonas ocupadas del Sahara Occidental y en algunos rincones del mismísimo Marruecos, entre los cuales se encuentra su amada Universidad de Fez, cuando defiende por todos los medios a su alcance, la tesis de que para los saharauis lo mejor es aceptar y vivir bajo tal régimen. ¿O es que acaso, usted se atreve a pedirle a un familiar de una victima, del terrorismo que sea, que acepte partir por la mitad el cadáver de su ser querido, con tal de satisfacer el capricho del verdugo con la otra mitad?; si su respuesta es no, entonces, por favor no le pides tal barbaridad al pueblo saharaui.

Para mantener el equilibrio de la redonda mesa y lograr una solución verdaderamente justa y definitiva del problema del Sahara Occidental en la que no haya ni vencedores ni vencidos, lo lógico y lo que dicta el sentido común de toda persona independientemente de su sexo, color, raza, origen ético, ideología, profesión o religión, es que se den ciertas condiciones respetando el siguiente orden:

  1. Abstención sincera de todo interés exterior, entiéndase neutralidad sin adjetivos.
  2. Retorno de los pueblos, saharaui y marroquí a sus respectivos lugares territoriales donde estaban antes de octubre de 1975.
  3. Autoridad y administración totales de las NNUU, sobre el territorio del Sahara Occidental reconocido internacionalmente.
  4. Bajo el paraguas de las NNUU, las dos partes, Polisario y gobierno de Marruecos (representantes legítimos de sus respectivos pueblos), se sienten sobre una mesa para negociar las modalidades de un referéndum de autodeterminación del pueblo saharaui.
  5. Todo acuerdo estampado se tiene que hacer respetar por todos los medios de que dispone las NNUU, inclusive la intervención militar si para ello fuera necesaria.

Le aseguro Sr. Bernabé que esa es la única manera de que el Rey de Marruecos salve su trono, que tanto le preocupa, pudiendo si lo desease de verdad, hacer de Marruecos un país nuevo, democrático y constitucionalmente monárquico y los saharauis, construir el sistema de país  que hayan elegido en paz, justicia, buena vecindad y mirando al futuro hacia una integración regional, desde el respeto mutuo, que garantice una seguridad y un desarrollo sostenible evitando así los problemas comunes de analfabetismo, de pobreza extrema, de emigración y de todo tipo de extremismos, productos todos ellos, en primer lugar de los colonialismos, de los post-colonialismos, en algunos casos, enmascarados por una independencia optada y gestionada hasta hoy, mas por la ex-colonia  a través de un régimen marioneta, que por el mismo pueblo y para no caer solamente en el victimismo, no puedo sino reconocer la gran responsabilidad que tienen los propios gobiernos en dichos problemas, pero por el respeto y la confianza que nos merecen dichos pueblos, dejémosles a ellos, que decidan decirle a sus respectivos gobiernos, lo que deben reformar o mejorar, de la misma manera que se lo han dicho, hecho y logrado con los colonialismos, que les despojaron de sus derechos durante mucho tiempo.

Y para terminar, me gustaría hacerlo parafraseando al brillante filosofo y político italiano, Antonio Gramsci con su definición de lo que el entiende por intelectual y que escribió en sus « Cahiers de prision » durante su prisión en las cárceles de Mussolini: « Podemos decir que todos los hombres son intelectuales, pero no todos los hombres tienen la función de intelectual en la sociedad ». 
    
Mohamed Mesaud, Ciudadano Saharaui.




BERNABÉ LÓPEZ GARCÍA: "HABLA UN LOBBISTA". TEXTO INTEGRO.
 
Texto de la intervención del profesor Bernabé López García en el seminario sobre cooperación con el Sáhara Occidental que, organizado por varias universidades madrileñas, se celebra estos días en Madrid. El texto aparece en este espacio con autorización de su autor.
 
 
HABLA UN "LOBBISTA"
 
 
Bernabé López García
 
Bromearé para comenzar mi intervención, ya que no veo muy claro mi papel en esta mesa, pues no soy saharaui y pienso que son los saharauis los que deben defender sus proyectos en este panel. He defendido en un artículo reciente que es necesario "saharauizar la cuestión del Sahara" para que sean los saharauis los que realmente definan su destino. Y sigo pensando que ahí está la clave del problema.
 
            En realidad, yo soy sólo un "lobbista". Al menos eso es lo que algunos piensan de mí y como tal lo han escrito en artículos o páginas web. "Un experto en todo y en nada, un iluminado que a veces se cree en posición de poder influir en la historia y en los acontecimientos, yendo contra ambas cosas a la vez".
 
            Si fuera así, me pregunto qué hago aquí, en una mesa redonda sobre un proyecto político para el Sahara Occidental, en un seminario que se subtitula "Tiempo de soluciones para el Sahara Occidental".
 
            Soy, o me considero, un observador atípico. Atípico porque mi observatorio, mi punto de observación de este drama difiere del de otros observadores. No es lo mismo observar desde una colina que desde el fondo de un valle. Y no diré que soy yo el que está en la colina o en el valle.
 
            Quiero explicar por qué mi punto de observación es diferente. No viví el momento descolonizador (aunque interrupto) que va del verano de 1974 a febrero de 1976 en España, mezclado con los avatares de las enfermedades de Franco, de los procesos de arranque de la transición española. Los viví, sí, pero desde la distancia de una suerte de exilio en la Universidad de Fez, donde permanecí esos años en contacto con otros discursos, con otros nacionalismos. Un nacionalismo, el marroquí, convencido de que su proyecto era libertador. La paradoja es que el contexto "libertador" ofrecido no era otro que la incorporación del Sahara y los saharauis en una dictadura férrea que utilizó la cuestión sahariana como crisol de una cohesión política bajo la promesa de una democratización que no llegó. Y que no llegó en gran medida con el pretexto de la pervivencia del conflicto que surgió de esa descolonización abortada.
 
            Aquel punto de observación me permitió entender muchas de las razones esgrimidas por Marruecos. Entender que desde el principio de la historia (y la propia historia del fundador del Polisario, El Uali, lo atestigua) Marruecos tenía algo que decir sobre el destino de este territorio. Aunque no toda la palabra como sus autoridades pretendieron. Razones algunas apoyadas en la historia más o menos reciente, sobre todo del período en que la parte más radical del nacionalismo marroquí  se comprometió en la liberación del Sahara Occidental, de la región de Tarfaya y de Ifni, ocupados por el colonialismo español y que habían escapado al proceso negociador de la independencia marroquí. En ese compromiso encontraron, nadie puede negarlo, fuertes apoyos en sectores saharauis. Todo esto contribuía a confirmar que la integración del Sahara en el Reino de Marruecos era una de las opciones posibles y legítimas sobre las que el pueblo saharaui debería pronunciarse.
 
            Mi proceso de observación diferenciado me dio sobre todo distancia sobre las "verdades definitivas" que unos y otros pretendían poseer sobre el problema. Me hicieron escéptico frente a los grandes principios que terminan siendo palabras hueras invocadas para autojustificarse, alérgico a las propagandas de uno y otro signo, partidario en cambio del entendimiento directo de las víctimas separadas por este conflicto, entendimiento en torno a sus problemas e intereses concretos, lejos de las abstracciones, de los eslóganes o de las adhesiones incondicionales.
 
            Mi oficio de historiador me hizo comprender que la historia no lo explica todo, que la historia es narración reconstruida y por tanto manipulable. Que las grandes figuras históricas pueden servir a unas causas y a sus contrarias, que enemigos irreconciliables se pueden reconocer en ancestros comunes de los que cada cual hace la propia lectura interesada. Que los combates libertadores pueden ser instrumentalizados por los unos o por los otros.
 
            En mi observación prolongada aprendí que en todo pueblo, y en el saharaui por supuesto, existen corrientes, visiones, grupos de presión, intereses diversificados. Tribus o sectores pro-mauritanos, pro-marroquíes, pro-argelinos, pro-españoles o simplemente pro-saharauis. Siempre entendí que todos ellos eran los que debían decidir sobre su futuro, algo a lo que no se dio lugar por la precipitación de los acontecimientos en aquellos días de 1975. De los que Marruecos acabaría sacando provecho acallando a todas las voces discordantes.
 
            Pero desde 1975 muchos acontecimientos han tenido lugar. Las cosas no son ya como eran. Mauritania se desentendió del Sahara en 1979, a su manera, aunque siga siendo un vecino fraterno pendiente siempre de la evolución y de la posible solución del problema. África es hoy un continente maltrecho, desgarrado, entre otros conflictos, por este del Sahara que precipitó el estallido de su Organización de la Unidad Africana por un empeño voluntarista de reconocer a toda costa a una República, la RASD, construida sobre las arenas de un desierto ajeno y la autodeterminación precoz de tan sólo una parte del pueblo saharaui. Ni la revolución palestina ni siquiera la revolución argelina dieron nunca el paso de proclamar una república en el exilio que sólo iba a traer división y encono.
 
            El movimiento saharaui tampoco es hoy el mismo, sometido a una fuerte diáspora e incluso a la dinámica de los recientes movimientos migratorios internacionales. Ha debido sufrir crisis internas, como la de 1988, desgarros políticos que han producido incluso una corriente -no tan pequeña- que ha "reintegrado" Marruecos.
 
            En el interior del territorio la población se ha diversificado, llegándose a más que triplicar. Inmigrantes (colonos se les llama también) del norte marroquí, de todas las provincias, se han sumado a un éxodo impuesto de poblaciones traídas de provincias vecinas para rellenar el censo en una torpe maniobra del que fuera todopoderoso valido de Hassan II, Driss Basri, que no han hecho más que chabolizar a una parte de la población, creando nuevos problemas.
 
            Por último, tampoco Marruecos es hoy el mismo de 1975. Está, más que nunca en estos últimos 30 años, confrontado a los problemas reales del atraso económico, del desgaste del sistema político, minado por una elite oxidada incapaz de renovar constitucionalmente el país, y presionado por una población sin esperanzas ni alternativas claras, perdida entre el Guatemala y el guatepeor del harraguismo y el chahidismo. El problema del Sahara, en el que invirtió vidas y presupuestos, ha contribuido enormemente a profundizar la crisis.
 
            Pero hay algo que también ha cambiado. El Marruecos de hoy no es el Marruecos del "referéndum confirmativo" de 1981, incapaz de ver en el Sahara una entidad con personalidad propia, con su especificidad.
 
            Y es aquí donde tal vez tenga sentido mi aportación en esta mesa redonda (o cuadrada) sobre "soluciones", aunque lo lógico hubiera sido que de soluciones hablasen otras voces saharauis que existen y apuestan por la salida autonómica. Pero en su ausencia, permítanme, ya para terminar, decir que el Marruecos de hoy, al menos esa es la lectura que yo hago del proyecto de autonomía que se ha presentado en las Naciones Unidas, parece estar dispuesto a hacer el reconocimiento de esa personalidad saharaui, el reconocimiento del derecho al autogobierno, en un marco de amplia autonomía, y a negociar los márgenes de ese autogobierno. Y eso es el fruto, sin duda, de la perseverancia de los saharauis y del Frente Polisario en particular, que con su esfuerzo, resistencia y lucha han mostrado la esterilidad de la gestión securitaria y represiva de Marruecos. El proyecto está ahí, encima de la mesa, por primera vez escrito en negro sobre blanco.
 
            Es cierto que el Marruecos de hoy está "enfermo del Sahara" como escribió hace dos años el escritor marroquí Abdellatif Laabi. Pero para salir de esa enfermedad necesita una salida razonada, discutida, dialogada. La "curación" del Sahara depende del proceso democratizador de Marruecos. Es falso, a mi entender, que ese proceso de democratización sea un asunto que importa sólo a Marruecos y a los marroquíes. Es un asunto que importa –y mucho- a sus vecinos, saharauis, españoles o argelinos.
 
            Para encontrar una salida todos deben ceder un poco. ¿No implica ya una cesión el reconocimiento de la identidad saharaui que está implícito en el proyecto de autonomía? ¿No es acaso, insisto, una manifestación de la victoria moral del Frente Polisario?
 
            Estoy, pues, a favor de que comiencen esas negociaciones de buena fe, sin condiciones previas, de que habla la Resolución 1754. Y pensando, por encima de todo, en que los saharauis de Tinduf puedan tener un techo definitivo en su tierra y un trabajo, en compañía de sus familiares.

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