Instintos de los bisabuelos en un joven saharaui

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Sábado, 12 de mayo de 2007, a las 09:55:04

Cultura

Instintos de los bisabuelos en un joven saharauiCoincidimos en la casa de mi hermana el año pasado, no sabía quién era. Yahya era de esas personas que se dejan querer al instante, sobre todo escuchando el ritmo pausado con el que hablaba el hasania, utilizaba unas reglas protocolarias del típico saludo saharaui y esto me llamó mucho la atención al ser tan joven.
No dudé en que habría estado toda su vida entre los habitantes de Tiris y que nunca habría salido fuera. Interioricé un pensamiento, “extraña es la vida que nos lleva donde menos lo pensamos”; mi hasania en su esplendor era recreado en un pueblo de Sevilla. Concluí mi saludo diciéndole: “merhba,  merhba”,  para dejarle poner fin a su cordial y acogedor saludo saharaui.

De forma muy discreta incliné mi cabeza hacia mi hermana y le pregunté quién era ese chico y de dónde venía. En un susurro me lo explicó; resultaba que era el hijo de un gran amigo de mis padres, una de las grandes fortunas en dromedarios, un hombre generoso que ayudaba mucho a los necesitados. Él no me conocía en persona, aunque sabía a través de mi hermana mi nombre, tampoco yo sabía de él.

Y sin darme cuenta le dirigí el saludo en español, en vez de hacerlo en hasania, me salió involuntariamente, al acto rectifiqué. Yahya me respondió con un correcto castellano, pero rápido me di cuenta y retomé el saludo en hasania que engloba preguntas sobre la familia, su vida etc.… Cenamos esa noche juntos y después vino el té saharaui, siempre motivo de mil historias.

Entablamos una larga y amena tertulia sobre nuestra cultura y cada vez fluía más la conversación, que se centraba en la vida de la sociedad nómada de nuestra gente. En nosotros se levantó el instinto beduino de nuestros abuelos y bisabuelos. Yahya me sorprendió por su dominio de esa cultura sembrada en cada corazón saharaui que haya vivido o conocido a los nómadas, dueños de los llanos, de cada palmo del Sahara que casi todos nuestros abuelos y padres conocieron en otros inmemoriales tiempos.

Yahya me relató toda su historia, había sido estudiante en Cuba. Hablamos de cómo llegó a la isla y cuánto tiempo había estado, nueve años, increíble haber conservado y recuperado esa parte de sus raíces. Pero lo que más me sorprendió de Yahya es que hubiera vivido nueve años plenamente como nómada, después de finalizar sus estudios en el Caribe. Nueve años de fiestas, lindas cubanas y la vida loca de cualquier joven de esa edad marcan mucho como para volver a ser nómada durante otros nueve años, siguendo los pasos de sus antepasados, quienes también sabían divertirse a plena luz del gamar.

Es muy difícil enfrentarse a esa realidad si no tiene uno una convicción irrenunciable y una clara conciencia de su situación y la de los suyos. En ese encuentro me comprometí a escribir sobre los dromedarios y su entorno. Toda la vida en el deserto gira entorno a ellos y sin ellos la supervivencia es imposible. Su lenguaje, edades, colores, razas y vida, son temas que me hizo revivir Yahya al hablar sobre este legendario animal. He de confesar mi amor por esta raza que tenemos en el Sahara, salvadora de nuestros ancestros que sobrevivieron a las inclemencias del desierto gracias a su gran utilidad. En mi jaima de Madrid tengo una colección de dromedarios, mirarlos me da vida y me une más a nuestra memoria. Trato de no perder ningún documental sobre ellos. El primer dromedario que regalaron a mi mamá fue uno de color manchado que se llamaba Zerual por su color de ojos y piel.

En Australia todavía queda una población de esta misma raza saharaui asilvestrada de más de 25.000 dromedarios que proceden de una introducción que se llevó a cabo a partir de 1840. El dromedario está muy bien adaptado a sobrevivir en el desierto gracias a determinadas características de su constitución física: tiene almohadillas anchas en las plantas y callosidades en el pecho y en las articulaciones de las piernas, sobre las que descansa en posición arrodillada, que le permiten resistir el calor de la arena del desierto; puede arrancar con los dientes y aprovechar las plantas espinosas que allí crecen como la acacia; además, para contrarrestar el viento cargado de arena, puede cerrar completamente sus orificios nasales y proteger sus ojos con sus largas pestañas.

Los dromedarios tienen una distinguida clasificación en idioma hasania. El desarrollo de un dromedario desde que nace hasta que alcanza la mayoría edad y muere se conoce entre los beduinos en los siguientes términos:

Lehuar nombre que se le da desde el día que nace hasta los seis meses
Belbun a partir de los seis meses a un año, antes de que se vuelva a quedar preñada la madre
Hig desde la edad de un año y medio hasta cumplir los dos años.
Hig Yedaan desde los dos y medio has los tres años.
Eydaa desde los tres hasta los cuatro años.
Izni cuando cumple cuatro años saliéndole dos dientes incisivos en la mandíbula inferior.
Rbaa  a partir de esa edad de cuatro años, cuando le salen otros dos incisos por la mandíbula superior, lo que hacen cuatro incisivos.
Sdas a partir de esa edad de cuatro años les salen otros dos, hasta completar  seis dientes.
Gareh es la edad de madurez con crecimiento de dos colmillos bien afilados y con los que pueden hacer mucho daño en las peleas.
Aud o Auda, aud para el macho y auda para la hembra, a esta edad se dice que cada día que se tumban por la noche nunca se sabe si el siguiente día se levantarán o no.

Yo sabía de pequeño alguno de estos nombres, mi padre y mis tíos me lo enseñaron cuando tenía doce o trece años, pero con el tiempo y el brusco cambio a una vida más sedentaria y fuera de mi tierra se me habían olvidado muchos de ellos. Yahya Aglaminhum me hizo esta explicación de las edades del dromedario sahariano a modo de introducción al mundo que rodea a este útil y elegante animal.

Esta raza de dromedarios de una joroba es la más pura de todas las conocidas en otras partes del continente africano, Australia o en la península arábiga. Son altos, elegantes, con muy poco pelo, que suelen cambiar en cada estación del año. Suelen tener la cabeza muy pequeña y con las orejas bien afiladas. El rabo es de un pelaje fuerte, liso, de color castaño, oscuro o blanco según el color del dromedario.
  
El color abiad y ashaal es decir blanco y castaño son muy distinguidos como dromedarios de montura o de carreras y deben ser castrados para tener poca tripa y ser más ágiles y cómodos. Son fáciles de domar.

Los nómadas diferencian estos colores de piel y tonalidades para facilitar al buscador de camellos, deyar, la búsqueda e identificación de los dromedarios cuando se pierden. Son referencias junto con la edad a la hora de preguntar y seguir su pista.

Shaala, de color castaño con las patas blancas. Ashaal para el macho y shaala para la hembra.
Zarga de piel manchada en blanco y oscuro o marrón o tardo, además hay varios tonos para ese color. Se dice “mi dromedario es Azrag en tono tal”.
Safra de color de la duna o tostado.
Dajna de color gris.
Gzala del color de la gacela, un beige.
Sabii de un color como rubio.
Hmami de color gris perla.
Ashgar entre ocre y marrón suave.
Beida totalmente de color blanco
Sauda o asuad de color oscuro o negro.


El macho bravo no castrado y en periodo de celo se llama Leguud. Entra en periodo de celo justo en la estación del otoño. Los dueños suelen castrarle cuando es peligroso o ha matado a otros en peleas.  Produce un berrido llamado lehdir que para muchos es la “banda sonora” del desierto, llena de alegría a los dueños y tantas veces es motivo de inspiración para los poetas. Se aconseja no insultarle porque según muchas historias y leyendas de pastores y dueños de esos animales guardan el rencor y se vengan de quien le haya insultado o pegado cuando uno menos lo piensa. Entre los beduinos se cuenta muchas historias de esas venganzas que fueron historias realmente trágicas para muchos nómadas.

El macho puede preñar las hembras a partir de la edad de Eydaa, cuando tiene de tres a cuatro años, pero no es aconsejable en tiempos de sequía, por no tener mucha experiencia que hace que a veces se separen de su manada y se unan a otra que no es de propiedad de su dueño. En un macho de más edad y experiencia esto no ocurre, nunca se separa de su manada.

La hembra se denomina Naga pero también se la nombra según su estado de gestación. Jelfa  se le dice en ese periodo de lactancia antes de volver a ser preñada y al quedar preñada se le llama  Eshra o emgarrab. Esta denominación es hasta los siete meses de gestación, cuando le crecen las ubres mientras la cría va creciendo en su vientre. A los doce meses de gestación nace lehuar, el camellito. Majed es la hembra a punto de parir. Cuando llega ese día se separa de su rebaño y se esconde lejos, en un lugar solitario, hasta parir su huar.

También me habló Yahya de los periodos estacionales en los que el dromedario resiste sin abrevar. Los veranos en el desierto son extremos, el animal suda mucho por estar expuesto durante toda la jornada al sol, lo que le provoca serias pérdidas del gran volumen de agua que almacena, calculada en 200 litros aproximadamente. No todos tienen la misma resistencia durante esa estación.

A partir del 17 de mayo hasta el 21 de agosto el agua beneficia con las yerbas a la hembra  Naga. Sin embargo ingerir agua durante ese periodo produce desgaste y pérdidas de peso en las otras edades y machos. A este tiempo de desgaste para los dromedarios se le conoce con un término dado por los pastores, elhaya metmaharga.

En pleno verano las temperaturas oscilan los 52º, lo que es conocido entre los nómadas como tlu smallem unas constelaciones que se ven en el firmamento indicando el peor momento de calor. En esta estación sólo pueden resistir sin tomar agua de diez a once días Azal y Lemgarrab, el macho castrado para montura y la hembra preñada.  Pero entrado agosto Azal y el Eshra no resisten sin tomar agua al menos cada dos días. Y de seis a siete días aguantan sin abrevar los lechales lemjala, sus madres lactantes y los machos bravos.

Los nómadas tienen su diccionario propio para referirse a situaciones concernientes a la vida de los dromedarios. Cuando el ganado está en el límite de aguante de sed se dice elbil damia o elbil gaba, es decir “el ganado está por abrevar”. Y si ha saciado la sed completamente se dice elbil sharba.

En esta estación del calor se intenta que el ganado no coma un arbusto llamado ascaf, planta con un alto contenido de sodio que le produce mucha sed y le causa una inflamación en el paladar conocida como tahalí que le obstruye la garganta.

Otras enfermedades conocidas de estos animales son: iyrab, enfermedad dérmica; iram, enfermedad de la ubre; nhaz, tuberculosis; tadrafut,  un grano que le sale en las mamas de las hembras jóvenes llamadas bacra; burueis inflamación en la cabeza por pasar mucho tiempo con la cabeza agachada buscando yerbas finas. Para enfrentarse a este reto entre los habitantes del desierto siempre hay grandes sabios que conocen estas enfermedades y las tratan como veterinarios sin que hayan estudiado en universidades ni colegios.

Siempre he tenido especial amor por el dromedario porque si cualquiera de nosotros los saharauis que quiere alegrar el alma de su abuelo sabe como arrancarle la sonrisa hablándole de un ymal, guud, naga o de elbil (rebaño de camellos), hermoso por las yerbas del otoño.

Este recuerdo es un homenaje a todos ellos y en especial a tres dromedarios que fueron parte de la historia de mi familia: a Zerual un dromedario de montura que regalo mi tío a mamá, a Arumay un macho bravo que tuvo mi abuelo Omar y Zreiga una naga de la que tomé de pequeño su rica leche.

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