No ha escrito una novela política, pero ONG, asociaciones saharauis y partidos políticos se han puesto en comunicación con Leante nada más conocer el paisaje de la obra. "No quiero quitarle importancia al tema, pero el centro de la novela no es político, sólo el trasfondo, aunque entiendo que quieran centrarla en el problema del Sáhara. Por lo dura que resulta la vida en los campamentos de refugiados es difícil no implicarse. Se sienten profundamente defraudados por la política española, cambian los gobiernos pero no hay solución para su pueblo, ahí siguen como un abrigo apolillado y llevan así treinta años", afirma el autor.
Dos viajes al Sáhara, uno con un grupo de alumnos del instituto donde trabaja para llevar casi una tonelada de comida y material escolar y otro con un ex legionario, Ramón Albero, que estuvo en El Aaiún dando palos y que ahora es una persona muy comprometida con el pueblo saharaui, acabaron por marcarle.
Mira si yo te querré está llena de personajes reales, refugiados y militares que se pasaron al otro lado cuando se fueron las tropas españolas, pero hubo un hombre que le impresionó de veras y que fue "el que disparó la novela", un tipo que se presentó de pronto con un muñón, gritando "musso mussano" y que seguramente había perdido la cabeza. "Me dio por pensar que la locura podía estar relacionada con todo lo que había sufrido". Junto al personaje que deambula con su locura por los campos de refugiados se agolpaban las historias que le contaban, relatos estremecedores de dolor y de amor. Imposible olvidar la visión de los prisioneros marroquíes cuidando los huertos, gente que lleva 25 años en una cárcel en mitad del desierto, en una prisión sin puertas de la que no se puede escapar. Ante ese torrente de historias, tomaba notas, escribía borradores, e incluso, recurrió a la ayuda de una grabadora; no suele hacerlo pero utilizó el casete porque "se trataba de lecturas que en voz alta ganaban mucho". Paralelamente, en el ordenador tenía almacenado un argumento sobre una historia de amor imposible que en ese momento encajó perfectamente con el Sáhara: "Había una separación y la búsqueda de un amor tras el paso del tiempo". Aquello fue cogiendo fuerza. El cabo Santiago, un charnego con el que homenajea al Pijoaparte de Juan Marsé, y la doctora Cambra, una médica de urgencias de un hospital de Barcelona, iban a vivir una situación extrema y viajarían a Tinduf.
Con todas las cartas boca arriba empezó la documentación sobre la marcha verde y la salida de las tropas españolas del Sáhara. Leyó cerca de 40 libros además de toda la información que chequeó sobre el desierto y las maneras de sobrevivir entre la arena con temperaturas extremas, buscando los síntomas que se presentan si te pica un escorpión o cómo se produce la muerte por falta de agua.
"El escritor es producto de lo que lee y de lo que vive y, en mi caso, más de lo que leo que de lo que vivo, mi vida es la de un funcionario de nivel 24. No existe la originalidad en la literatura, desde la época de los romanos todo está escrito, desde los argumentos a los prototipos de los personajes. Se puede variar pero es muy difícil ser totalmente original". Su idea es que lo que diferencia las obras tiene mucho que ver con la estructura. Mira si yo te querré está montada como un puzle en el que al final todas las piezas acaban encajando. La España franquista, el más hermoso y cegador de los desiertos, la legión o el pasodoble Las corsarias, surgen según se van abriendo capítulos para acabar contemplando el paisaje completo de la vida de los personajes en un campo de refugiados.
Su novela anterior fue un trabajo histórico, pero ha escrito también una coral y una policiaca. Ha tocado todos los géneros y esta novela tiene poco que ver con el resto de su producción literaria. Todas sus obras se parecen en el estilo y Leante se reconoce en ellas, pero no le gusta explotar las fórmulas. "Trato de que haya un salto, después de un trabajo intimista escribo una de aventuras porque quiero disfrutar. Huyo de la rutina; la literatura es un juego, no quiero dedicarme a esto".
En su árbol genealógico no figuran escritores, pero su padre le contaba desde pequeño la vida de la gente de Caravaca de la Cruz y mil historias más que se inventaba sobre la marcha. ¿Adónde vas? Le preguntaba el pequeño cuando salía para trabajar en la tienda: "A París". Y a partir de ahí narraba una aventura que transcurría junto al Sena o en cualquier otro lugar de esos que se pueden visitar con la imaginación. Su otra profesión y su vocación, la de maestro, tiene que ver con su abuela doña Guillermina, la comadrona del pueblo. Ella siempre le auguró que sería maestro.
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