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BUJARI AHMED Y BERNABE LOPEZ EN EL PAIS_ PARTICIPACION EN FORO DE OPINION

Enviado el Domingo, 11 de febrero de 2007, a las 22:30:29
Tema: Opinión - Enviado por webmaster10
Opinión  Hoy en la Tribuna de El Pais, dos artículos referidos a la cuestión de Sahara Occidental, Bujari Ahmed, representante del Frente Polisario ante la ONU, expresa su punto de vista en "Primero, la consulta popular"; y Bernabé López García, catedrático de Historia del Islam Contemporáneo en la Universidad Autónoma de Madrid, en "Votar una solución pactada". Os recomendamos encarecidamente la lectura del extraordinario artículo del diplomático saharaui Bujari Ahmed.

Se puede opinar en los foros en la siguiente dirección:


http://foros.elpais.com/index.php?showtopic=1420


con la tramposa cuestión: “¿Son incompatibles la autonomía y el referéndum en el Sáhara?”

En estos momentos Marruecos está movilizando sus ministros más cercanos al rey para influir en la opinión europea en que se acepte la autonomía, realizando una gira de presentación del plan de autonomía (o mejor dicho de un esbozo porque el plan propiamente dicho aún no existe), que de momento les ha llevado a visitar París y Madrid, sus más firmes valedores.

Marruecos está utilizando desde hace tiempo su “lobby intelectual” en Europa para vender la idea a la opinión pública desde ciertos sectores afines a las tesis marroquíes. Bernabé López, una de las cabezas visibles de esa política, vuelve a saltar a la tribuna de El Pais en menos de un mes, con los mismos argumentos de apoyo al plan de autonomía.

Fuente:
POEMARIO POR UN SAHARA LIBRE


Varios peligrosos argumentos esgrime el profesor en su artículo. La división entre los saharauis es siplemente falsa, están agrupados en una fuerte convicción a favor de la independencia. Es un argumento falso y tergiversador hacer depender la democratización marroquí de la aprobación de la autonomía como solución del conflicto del Sahara. Y tampoco es creíble la presentación de la autonomía como un argumento “moderado” entre lo que él califica de “fundamentalismo” del referéndum y la postura de que el Sahara es marroquí. El plan de autonomía es una trampa del gobierno marroquí y nada tiene de positivo. Por no hablar de la sorpresa de recordar a estas alturas argumentos del dictador mauritano Uld Daddah, quien entró en guerra con los saharauis, repartiéndose el territorio del Sahara con Marruecos, lo que le llevó a ser derrocado, o la falsificación de la historia sobre el final del lider saharaui Luali Mustafa.

Marruecos lo que tiene que hacer es cumplir la legalidad internacional y los acuerdos que él mismo firmó a favor de la celebración de un referéndum de autodeterminación. Defender cualquier otra opción es apoyar una invasión militar y cruenta.

No se puede calificar de fundamentalista la defensa de la legalidad internacional y salir bien parado. Estos apoyos a un régimen dictatorial le van a costar muy caro a la credibilidad del profesor. Sería bueno que rectificara cuando aún está a tiempo. Ya se sabe “que es cosa de sabios”.

Poemario por un Sahara Libre




http://www.elpais.com/articuloCompleto/opinion/Primero/consulta/popular/elpepiopi/20070211elpepiopi_14/Tes
TRIBUNA: BUJARI AHMED
Primero, la consulta popular
BUJARI AHMED 11/02/2007
 
Las Naciones Unidas consideran que la solución al conflicto del Sáhara Occidental radica en darle al pueblo saharaui la oportunidad de decidir su futuro a través de un referéndum de autodeterminación.
La solución justa y duradera es hija, y no madre, de un referéndum de autodeterminación
No estamos ante un debate de corte intelectual donde cabrían elucubraciones de todo género a cargo de lobbystas o expertos en todo y en nada, iluminados que a veces se creen en posición de poder influir en la Historia y en los acontecimientos, yendo contra ambas cosas a la vez.
Estamos ante una ocupación militar de un territorio ajeno donde se juegan cosas más serias como es el derecho a la existencia y a la libertad de un pueblo objeto de esa ocupación, que tiene lugar a pocos kilómetros de la llamada Europa democrática, ante la cual se muestra senil y débil en la defensa de lo que proclama como esencia propia.
España, dentro de esta Europa democrática, asume en la cuestión saharaui una responsabilidad particular. Contribuir de manera honesta a que el pueblo saharaui decida su futuro, a través de un referéndum de autodeterminación organizado por la ONU, no debe crear problemas para nadie. La opinión publica, en su generosidad, lo clama.
El acuerdo de pesca con Marruecos, que incluyó aguas saharauis, la reciente venta masiva de armamento a este país, ciertas huellas dejadas en Latinoamérica y en África y el voto de la pasada resolución de la Asamblea General no hacen sino herir a esa opinión y profundizar la percepción que tiene el liderazgo saharaui sobre la ambigua actitud española.
A los pueblos saharaui y marroquí nos interesa, antes que nadie, una paz justa y duradera. En 1990, la actual potencia ocupante, tras dieciséis años de combates, aceptó -y ello no es un deshonor- el principio de autodeterminación al firmar el Plan de Arreglo. El rey Hassan II, consciente de las implicaciones que se derivaban de ello, proclamó públicamente: "Si los saharauis optasen por la independencia, sería el primer país en abrir una embajada en la capital que eligiesen". Su primer ministro, Lamrani, repetía ante los jefes de Estado reunidos en la ONU, que "Marruecos se compromete a respetar los resultados del referéndum, fueren cuales fuesen".
Las dos partes habían aceptado así la vía apropiada -referéndum de autodeterminación- y un abanico de posibles soluciones (en plural): independencia, integración en la potencia ocupante o autonomía, añadida por Baker en su plan de 2003 a instancias de Marruecos. La ONU tenía una hoja de ruta detallada para culminar la obra. En este contexto, la solución duradera y justa es hija de un referéndum de autodeterminación, no la madre.
Sin embargo, el sorprendente giro radical efectuado en el año 2004 por los nuevos dirigentes marroquíes paralizó todo. El joven rey podía haber optado por decir que el referéndum era un compromiso heredado de su padre al que no podría renunciar y que oponerse a él mermaría la credibilidad de toda intención democratizadora.
Mal aconsejado o simple y llanamente como decisión deliberada en el contexto de "cuanto peor, mejor", Rabat parece optar desde entonces por una vía cerrada que complica la situación por igual a la ONU, a las dos partes, a la región e incluso a sus padrinos en París y amigos en Washington y Madrid, los cuales se verán solicitados una vez más a elegir entre preservar las ganancias que genera la "amistad" con la monarquía marroquí y dar la espalda al resto de la región y a la propia legalidad internacional. Ser amigo de un país es aconsejable, pero ello no debe implicar ser amigo de sus errores. Madrid y París renunciaron a la amistad con lo que calificaron de "error americano en Irak".
Al Frente Polisario le hubiera gustado entablar negociaciones directas con la potencia ocupante sobre la base de la independencia saharaui. Hay precedentes históricos en la región magrebina; pero ello hubiese complicado las cosas para Marruecos y optó por mantener el respeto al acuerdo sobre el referéndum de autodeterminación.
Esta racionalidad está, sin embargo, ausente en la actuación del Gobierno marroquí que, después de haber mostrado poco respeto a sus propios compromisos, ofrece como alternativa al referéndum una "negociación" sobre la base del reconocimiento de la "marroquinidad" del Sáhara Occidental y de su pueblo. Y esto es simplemente inaceptable, que no debe ser siquiera planteado.
El Consejo de Seguridad considera que toda solución ha de ser mutuamente aceptable y permita la genuina autodeterminación del pueblo saharaui. La propuesta marroquí no cumple ninguna de las dos condiciones. Aun así, Rabat trata de imponerla, acudiendo a los amigos y padrinos permeables al rédito de la amistad. La démarche finge ignorar que el Consejo se abstuvo de imponer la aplicación del Plan de Arreglo y de los Acuerdos de Houston, que cumplían sin embargo con las dos condiciones.
La propuesta no tiene, pues, ninguna posibilidad de avanzar. Creyendo que el alto el fuego podrá sostenerse por sí solo y que el silencio culpable de amigos y padrinos le permitirá intensificar impunemente la represión de una Intifada hasta ahora pacífica, Marruecos da la espalda a la paz y se refugia en el pasado del que se mantiene prisionero.
El tiempo y las dificultades no debilitarán la determinación del pueblo saharaui de llegar un día a El Aaiún libre y soberano. Llegar a Granada le costó a España siete siglos. Los niños saharauis, segunda generación nacida bajo la ocupación, cantan, a pesar de la prohibición, el himno de la RASD en las escuelas de El Aaiún. Una dinámica de liberación está en marcha en el Sahara occidental y nadie la podrá detener. Felipe González decía en un reciente artículo que "La experiencia permite constatar que, desde la II Guerra Mundial, ninguna potencia ha consolidado una ocupación territorial".
Bujari Ahmed es representante del Frente Polisario ante la ONU.

 
TRIBUNA: BERNABÉ LÓPEZ GARCÍA
Votar una solución pactada
BERNABÉ LÓPEZ GARCÍA 11/02/2007
La lectura del libro de memorias de Moktar Ould Daddah, La Mauritanie contre vents et marées (Karthala, 2003), es suficientemente ilustrativa de ciertos aspectos del tema saharaui que no está de más recordar en un momento en que cada uno de los actores se mantiene con sus posiciones congeladas: fundamentalismo refrendario apoyado en la legalidad internacional, frente a la insistencia obsesiva y simplista en la marroquinidad del territorio. Las fórmulas de cierta autonomía para la antigua colonia de España siguen sin concretarse por parte de Marruecos y ninguna de las dos posiciones cree compatible el referéndum con una solución negociada.
 
¿Qué impide celebrar el referéndum tras negociaciones y acuerdos entre las partes?
El que fue presidente mauritano hasta su derrocamiento en 1978 nos confiesa en su libro que los Acuerdos de Madrid de partición del Sáhara Occidental no fueron más que la concretización y la oficialización de lo que secretamente acordaron los jefes de Estado de Marruecos y Mauritania en junio de 1972 y corroboraron en octubre de 1974 ante los mandatarios de los países árabes en una cumbre, en ambos casos con la bendición y el apoyo del presidente Bumedián, testigo de la rúbrica. Aquel acuerdo secreto de 1972 preveía no sólo una concertación a tres en el tema sahariano, con el reparto del territorio entre sus vecinos del norte y el sur, sino un arreglo permanente del conflicto fronterizo argelo-marroquí, así como proyectos de cooperación económica y política entre los tres países magrebíes.
Las razones por las que el acuerdo terminó poniéndose en práctica sin el beneplácito argelino no están del todo dilucidadas. El único general marroquí al corriente de dicho acuerdo secreto, el general Ufkir, protagonizó dos meses después un golpe de Estado fallido contra su rey, dato que sin duda contribuyó a minar la confianza, nunca grande, entre Bumedián y Hassan II. La Argelia revolucionaria, que siempre tuvo a gala ser la defensora de la liberación de los pueblos, apoyó sin ambages al recién nacido Frente Polisario en 1973 y optó por una política ambigua con la España franquista que pretendió utilizar unos acuerdos sobre gas natural -punto de arranque de un enojoso contencioso que duraría más de una década- para romper la alianza intermagrebí a propósito del Sáhara. No olvidemos el silencio argelino ante los últimos fusilamientos del franquismo en septiembre de 1975, para no turbar la decisión del gobierno de Arias Navarro que aún no se había decantado definitivamente por la negociación con Marruecos y Mauritania.
La población saharaui importó poco en todas estas transacciones entre Estados. Cada uno de ellos mantenía una relación más o menos estrecha con notables saharauis de su margen vecina y Argelia logró hegemonizar al joven movimiento nacionalista que aspiraba a la independencia. España fracasó en su proyecto de crear un partido neocolonial que hubiera prolongado su dominio.
Lo demás es bien conocido. El 10 de noviembre, Bumedián se encuentra con Ould Daddah en Bechar, en un intento intimidador de impedirle firmar los acuerdos de Madrid, sin éxito. Cuatro días más tarde se firmaba la partición del Sáhara Occidental. Partición que duraría tan sólo cuatro años escasos al abandonar la empresa una Mauritania impotente y asediada. El mismo líder del Polisario, El Uali, moriría en 1976 en un asalto armado a Nuakchott, sin que jamás se establecieran con exactitud las causas de su muerte.
Tres décadas después, el embrollo del Sáhara sigue en pie. Las familias, separadas; los refugiados, en condiciones precarias, dependientes de la solidaridad internacional; los que quedaron en el territorio, viviendo un estado de excepción permanente. La descolonización sigue inconclusa, a la espera del referéndum que no tuvo lugar. En todo este tiempo se ha afirmado una identidad y una cohesión nacional saharaui que no habían madurado todavía en los primeros setenta. Buena parte se debe al Frente Polisario que actuó como catalizador de la conciencia nacional. Sin embargo, sería abusivo considerarlo como "único y legítimo" representante del pueblo saharaui, porque ya no quedan "únicos y legítimos" representantes de ningún pueblo. En todo cuerpo, clase o pueblo hay tendencias, opiniones, corrientes. Las hubo en el Sáhara de 1975, con la escisión entre viejos chiujs acomodaticios a los poderes establecidos y jóvenes rebeldes, como nos recordaba el propio El Uali en un artículo publicado en 1971 en la revista marroquí Anfass que dirigían Abdellatif Laabi y Abraham Serfaty. Las hubo en Tinduf, donde en 1988 surgió una importante fractura ideológica que encaminó a muchos hacia Marruecos o el exilio. Y las hay en el territorio del Sáhara, donde una vez más vuelve a haber acomodaticios y rebeldes.
Con todo, puede decirse que el pueblo saharaui ha ganado moralmente al expresar mayoritariamente su rechazo a una dominación marroquí basada en la intimidación y la represión. Y que Marruecos, al necesitar buscar esa salida autonómica (que personalmente pienso que ayudaría a los saharauis a avanzar y a los marroquíes a democratizarse), ha perdido, debiendo admitir el fracaso de su anexión. Seguimos a la espera de que Marruecos ponga encima de la mesa ese proyecto autonómico, que dice querer conciliar intereses de la población saharaui representada en el CORCAS con el punto de vista, siempre chovinista, de sus partidos políticos. ¿Cuadratura del círculo, dada la posición de éstos contraria a admitir la especificidad de la población del Sáhara? Entretanto, además de la permanente demonización entre las partes en conflicto, lo que faltan son cauces de diálogo entre saharauis para lograr una salida.
El problema saharaui es complejo y su solución no puede encontrarse en un sí o en un no expresado en una consulta sobre la adhesión a principios abstractos como "independencia" o "anexión a Marruecos". Cada posición debe razonarse, teniendo en cuenta naturalmente la historia de este conflicto, especialmente la del sufrimiento de los pueblos saharaui y marroquí, ambos víctimas del mismo. El referéndum es ineludible. Pero ¿qué impide celebrarlo tras discusiones, razonamientos y negociaciones políticas de las partes -Frente Polisario y Reino de Marruecos- que concluyan en un estatuto para un Sáhara democrático ligado a Marruecos con vínculos pactados?
El referéndum sería así el del apoyo a ese "estatuto negociado por las dos partes, sin riesgo de ganar o perderlo todo", como expresaba Serfaty en su carta a Bouteflika del 8 de enero de 2000. Para ello es imprescindible, además, que los saharauis hablen entre sí. Los de Tinduf, los de La Habana, los de El Aaiún o Dajla, los de Rabat, los de Madrid... Son ellos al fin y al cabo los que deben definir su destino y valorar las propuestas que le permitan llegar a ese estatuto. ¿No ahorraría este camino tiempo y sufrimiento?
Bernabé López García es catedrático de Historia del Islam Contemporáneo en la Universidad Autónoma de Madrid.
POEMARIO POR UN SAHARA LIBRE

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