Como se explicaba la pasada semana, la población saharaui de los territorios ocupados sigue sufriendo violaciones de los Derechos Humanos con regularidad. Sumado a todo esto, vemos como los posibles cambios en la Eurocámara van muy despacio, mientras la población saharauis continúa soportando un constante trato ofensivo, violento, mezquino y humillante por parte de las fuerzas de seguridad del Reino Alauita y el cumplimiento de la legalidad internacional se disipa tras la espera de las famosas y cada vez más improductivas negociaciones entre las partes, una calificación del conflicto perfectamente democrática siempre y cuando Marruecos tuviera alguna competencia legal sobre el territorio, claro está.

Ya ha pasado casi un año desde que Marruecos desmanteló brutalmente el Campamento de la Dignidad saharaui y en todo este período sin fogonazos mediáticos, España sigue siendo la potencia responsable de la solución del conflicto, ya que no está finalizado el proceso de descolonización del territorio del Sahara Occidental, según la legalidad internacional, aunque nuestros políticos esquiven el tema. Han sido varios los saharauis con nacionalidad española, españoles de pleno derecho, los que han sido asesinados, secuestrados, torturados y violados en este último año, pero el Gobierno español, nuestro Gobierno socialista, defensor de los Derechos Humanos y de la legalidad internacional, no ha hecho nada al respecto, ni exigir investigaciones ni juzgar a los culpables, sino todo lo contrario.

Desde Europa, y especialmente desde España, el lavado de cara de Mohammed VI, rey de Marruecos, con las reformas constitucionales en el país, ha sido encarecidamente reconocido y alabado y ha dejado la sensación de que el Régimen marroquí se había saneado de la noche a la mañana. Mientras se debatía en la ONU la eterna petición internacional de que la MINURSO asuma la responsabilidad de la vigilancia de los Derechos Humanos en el territorio, el Régimen marroquí practicó varias liberaciones de presos políticos marroquíes y saharauis, presos que permanecían encarcelados sin juicio ni condena alguna, como es el caso de los saharauis, y presos que estaban a punto de finalizar sus condenas, como es el caso de la mayoría de los marroquíes liberados. Con este gesto, Rabat consiguió que, una vez más, la ONU se dejara convencer con las mejoras respecto a Derechos Humanos y obviara nuevamente la supervisión de estos en su misión. Los mismos que alabaron las protestas de la llamada Primavera Árabe se olvidan de que los saharauis abrieron el camino con el Campamento de Gdeim Izik, dando paso a las revueltas en Túnez y Egipto.

A tiempo estamos de ver la resolución del conflicto desde un punto de vista legal: el referéndum. Mientras tanto, el pueblo saharaui sigue y seguirá resistiendo, con sus manifestaciones, huelgas de hambre, denuncias internacionales, gritos mudos y vidas rotas. La lucha sigue, solo falta que los responsables cumplan con la legalidad y los poderosos reconozcan lo evidente.