MARRUECOS HA DESATADO SU VIOLENCIA CONTRA LOS EXTRANJEROS QUE VISITAN EL AAIÚN Y MUESTRAN SU SIMPATÍA POR LOS SAHARUIS

TXEMA SANTANA

Las Palmas de Gran Canaria

Antonio Velázquez nació en Sinaloa (México) hace 28 años, pero residió durante mucho tiempo en Guadalajara, capital del estado de Jalisco. Desde hace cinco años reside en Barcelona. Su compromiso con la causa saharaui le ha llevado en varias ocasiones a los campos de refugiados de Tindouf, Argelia. El domingo, de madrugada, recibió dos porrazos en la cara. Su nariz acabó reventada. 

La policía marroquí no se detuvo en ese momento, en el que un extranjero que no había cometido delito alguno sangraba abundantemente, sino que siguió arremetiendo contra él, propinándole golpes en la espalda. Velazquez ha intentado ponerse en contacto con las autoridades mexicanas y “son muy simpáticos por teléfono”. Asegura que ha hablado con un funcionario mexicano que está en Rabat, que ha huido hacia adelante y ha delegado la responsabilidad a la diplomacia española.

Precisamente ayer, el jefe de Interior de España, Alfredo Pérez Rubalcaba se encontraba en Rabat. Había viajado a raíz de los problemas que surgieron en la frontera norte del país marroquí, en la linde con Melilla. Allí, ciudadanos marroquíes habían denunciado tratos vejatorios y agresiones por parte de los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado español. A sólo 1.000 kilómetros de Rabat, mientras Rubalcaba se entrevistaba con su homólogo marroquí, El Aaiún se despertaba después de una noche más de violencia gratuita por parte de Marruecos, que ejerce de soberano en un territorio en litigio. Entre los que sufrieron la violencia gratuita había tres ciudadanas españolas, que tal y como pasó hace unas semanas, se pueden dar por olvidadas por parte del Minsiterio de Exteriores. Solicitarán un informe, como mucho, pero ya está.

Velázquez por su parte, navega en tierra de nadie. Asegura que “hay presiones para que nos vayamos de aquí”. Acusa a la diplomacia española de presionarlos para que abandonen el Sahara Occidental. Las llamadas son “constantes”. En su opinión, Marruecos ha dado un paso más “y ya no sólo viola los Derechos Humanos de los ciudadanos saharauis sino que también lo hace de los extranjeros que venimos al Sahara Occidental”.

Este hecho lo pudo constatar GuinGuinBali hace tan sólo unas semanas, cuando una periodista de esta redacción presenció en vivo la agresión y la carga policial sobre los saharauis. Sobre todo, se presenció y retrató el hecho de que las agresiones se produjeran sin que hubiese ninguna razón para ello. Así lo contamos en su día.

Los problemas a Marruecos le llegan por el norte y por el sur. La paradoja es que exige soberanía en ambos territorios. En uno no la tiene, pero la quiere. En el otro no la tiene, pero la ejerce.