Sin saber el resultado del partido del Camp Nou al escribir está crónica, sí queremos reflejar en ella que desde primeras horas de la mañana en el festival se vivió ambiénte de semi final. En la proyección para chavales de 'Bluebird', fastuosa película premiada en Berlín por los jóvenes, detectamos en el Principal un puñado de diversos equipamientos del Barça (con los números de Iniesta y Bojan, por ejemplo) pero también, bravísimo el muchacho que la llevaba, ¡una camiseta del Inter de Milán! Los demás espectadores lucían mucho elástico de La Real (de Nsue, por citar alguno) pero no faltó un madridista de los de antes que homenajeaba a Van Nilsterroy. Las chicas, dado el calor que nos subía de África, vestían los primeros shorts de la temporada y las primeras pulseras en el tobillo.
La tarde anterior, un Victoria Eugenia lleno a reventar había escuchado sobrecogido, tras la proyección del muy digno y combatiente documental 'El problema: testimonio del pueblo saharaui', las palabras de Hamat, un activista pacífico por los derechos humanos torturado en las cárceles negras de El Aaiún. Ese mismo público escuchó alucinado la sibilina estrategia de ciertos gobiernos para cortar el camino a una solución al conflicto de un pueblo cuya tierra fue ocupada en 1975. Juan Soroeta, profesor de Derecho Internacional en la UPV, contó que los franceses quieren hacer desaparecer la letra 'r' del nombre de la Misión de la ONU para el Referendum en el Sahara Occidental, (Minurso) en un intento de que todos olviden la exigencia de dicha consulta popular. No es de extrañar que cuando Juan Carlos Rulfo, el cineasta de la muy bella 'Los que se quedan', que termina con esa canción grande Chavela, Mercedes Sosa o Buika, 'Las cosas simples', felicitó a los autores del documental, Jordi Ferrer y Pablo Vidal y les conminó a moverlo por festivales como el de Sundance o Amsterdam, dijera que esos pedazos de cine y esas charlas sin tapujos sirven para algo tan necesario como es 'el cultivo de la indignación'. David y Jordi viajaban ayer a los campamentos de Argelia a presentar a los saharauis ese filme que nadie podrá ver, por ahora, en El Aaiún.
Sin saber el resultado del partido del Camp Nou al escribir está crónica, sí queremos reflejar en ella que desde primeras horas de la mañana en el festival se vivió ambiénte de semi final. En la proyección para chavales de 'Bluebird', fastuosa película premiada en Berlín por los jóvenes, detectamos en el Principal un puñado de diversos equipamientos del Barça (con los números de Iniesta y Bojan, por ejemplo) pero también, bravísimo el muchacho que la llevaba, ¡una camiseta del Inter de Milán! Los demás espectadores lucían mucho elástico de La Real (de Nsue, por citar alguno) pero no faltó un madridista de los de antes que homenajeaba a Van Nilsterroy. Las chicas, dado el calor que nos subía de África, vestían los primeros shorts de la temporada y las primeras pulseras en el tobillo.
La tarde anterior, un Victoria Eugenia lleno a reventar había escuchado sobrecogido, tras la proyección del muy digno y combatiente documental 'El problema: testimonio del pueblo saharaui', las palabras de Hamat, un activista pacífico por los derechos humanos torturado en las cárceles negras de El Aaiún. Ese mismo público escuchó alucinado la sibilina estrategia de ciertos gobiernos para cortar el camino a una solución al conflicto de un pueblo cuya tierra fue ocupada en 1975. Juan Soroeta, profesor de Derecho Internacional en la UPV, contó que los franceses quieren hacer desaparecer la letra 'r' del nombre de la Misión de la ONU para el Referendum en el Sahara Occidental, (Minurso) en un intento de que todos olviden la exigencia de dicha consulta popular. No es de extrañar que cuando Juan Carlos Rulfo, el cineasta de la muy bella 'Los que se quedan', que termina con esa canción grande Chavela, Mercedes Sosa o Buika, 'Las cosas simples', felicitó a los autores del documental, Jordi Ferrer y Pablo Vidal y les conminó a moverlo por festivales como el de Sundance o Amsterdam, dijera que esos pedazos de cine y esas charlas sin tapujos sirven para algo tan necesario como es 'el cultivo de la indignación'. David y Jordi viajaban ayer a los campamentos de Argelia a presentar a los saharauis ese filme que nadie podrá ver, por ahora, en El Aaiún.
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