El Mundo
Pedro Simón | Madrid
Si en dos días no se rompe la campana de cristal en la que han metido a Aminatu Haidar, la activista saharaui dejará de tomarse los fármacos de sus dolencias y se hará añicos por dentro.
Cuando se cumplen ya 11 días de la huelga de hambre iniciada como protesta por la expulsión ilegal de El Aaiún, Lanzarote es más que nunca el epicentro de la causa saharaui en el mundo.
"Mi causa es la causa de los derechos humanos. Jamás he empuñado un palo, mi causa es pacífica", dice Aminatu Haidar, frágil como escarcha. "No esperaba que un país como España, que proclama la Alianza de Civilizaciones, permitiera que pasara esto con una persona".
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Pedro Simón | Madrid
Si en dos días no se rompe la campana de cristal en la que han metido a Aminatu Haidar, la activista saharaui dejará de tomarse los fármacos de sus dolencias y se hará añicos por dentro.
Cuando se cumplen ya 11 días de la huelga de hambre iniciada como protesta por la expulsión ilegal de El Aaiún, Lanzarote es más que nunca el epicentro de la causa saharaui en el mundo.
"Mi causa es la causa de los derechos humanos. Jamás he empuñado un palo, mi causa es pacífica", dice Aminatu Haidar, frágil como escarcha. "No esperaba que un país como España, que proclama la Alianza de Civilizaciones, permitiera que pasara esto con una persona".
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