Tres décadas después, en marzo de 2005, el proyecto del reencuentro económico con el Sahara tiene como protagonista a Binter. Desde esa fecha la aerolínea canaria mantiene tres frecuencias semanales (jueves, viernes y domingo) entre Las Palmas de Gran Canaria y El Aaiún con un avión ATR de 70 plazas que tarda apenas 40 minutos en cubrir el trayecto. A partir de ahí la lógica de la competencia ha incorporado a la misma ruta a Top Fly, radicada también en Las Palmas, que hace seis vuelos semanales con un reactor de 17 plazas. El último en incorporarse a al puente Canarias-Sahara es la naviera Armas. Desde el pasado otoño une en tres horas con un buque veterano, el Assalama, la isla de Fuerteventura con el recién estrenado puerto comercial de Tarfaya, 100 kilómetros al norte de El Aaiún.

La maduración de estas conexiones ha sido posible al amparo de la política pragmática, alabada por unos y denostada por muchos, patrocinada por la actual administración socialista en Madrid que se basa en el reconocimiento de la realidad de hecho en la antigua colonia española. La ONU sigue sin bendecir el dominio de Marruecos, pero Rabat no ha dejado de practicar en las tres últimas décadas una estrategia de colonización basada en generosas inversiones y el asentamiento de una población marroquí que hoy multiplica en la zona a la autóctona del Sahara.

Al calor de la política pragmática de Madrid y de las ayudas y exenciones fiscales que facilita Rabat, un buen número de empresas nacionales han seguido la senda abierta por Binter y hoy constituyen ya una referencia significativa en los principales sectores económicos del Sahara. Conservas Calvo en el sector pesquero, el Consorcio Hidráulico Hispano-Marroquí en la actividad de aguas y medianas empresa de turismo como Josefina o el Hotel VillaSahara son las pioneras de una aventura que tiene su principal aliento en Canarias.