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Noticias: Marruecos – Sáhara occidental: acuerdo casi imposible

Contribución de nurqamar el Miércoles, 27 de junio de 2007, a las 23:02:56


Tema: Nacional - Enviado por nurqamar
NacionalLos resultados de las negociaciones de Nueva York
Las negociaciones entre el Frente Polisario y Marruecos se reanudaron el 18 y el 19 de junio en Nueva York y seguirán en agosto para buscar una salida a la situación actual sobre el futuro del Sáhara Occidental, disputado desde hace más de 30 años entre el gobierno de Rabat y los Saharawis. Los intereses de ambas partes, el valor simbólico de este territorio y la escasa implicación de la comunidad internacional hacen que sea improbable alcanzar una solución.
El 18 y el 19 de junio el Frente Polisario y el gobierno marroquí se encontraron en Manhasset, cerca de Nueva York, para poner en marcha las primeras conversaciones sobre el futuro del Sáhara Occidental. Bajo la égida de las Naciones Unidas y con la participación de observadores del Argelia y Mauritania, por primera vez desde el 2000 ambas partes han reestablecido los contactos y han afrontado el tema del estatus de este territorio.Los dos días de conversaciones no han llevado a resultados extraordinarios, el Polisario y el gobierno de Rabat se han limitado a exponer una vez más sus respectivos planes para el Sáhara Occidental. El plan marroquí establece una solución regionalista al problema, con un parlamento y un gobierno autónomo y una organización judicial paralela a la marroquí. De esta forma, según Rabat, se podría salvar la unidad nacional del país, reconociendo al mismo tiempo la especificidad del Sáhara Occidental.El Frente Polisario, por su parte, ha presentado un plan centrado en la independencia, con diferentes garantías a Marruecos en relación a la explotación de los recursos del territorio. La parte Saharawi piensa que este proyecto debería permitir a Rabat aceptar la idea de la pérdida de una parte del país sobre la que de todos modos la monarquía marroquí tendría derechos internacionalmente reconocidos.

Ambas posiciones representan al mismo tiempo un elemento de continuidad y de ruptura en las discusiones sobre el Sáhara Occidental. Tanto el Frente Polisario como Rabat han presentado planes diplomáticos que recalcan las líneas tradicionales expresadas en las décadas anteriores (así como la batalla por la independencia Saharawi tiene sus raíces en el proceso de descolonización de África, también el proyecto de autonómico de Marruecos data de unos cuantos años atrás). De todos modos, la propuesta de introducir garantías para la explotación de los recursos naturales hecha pública por el Frente Polisario y un proyecto de autonomía concreto y articulado por parte de Rabat representan al mismo tiempo novedades relevantes en el proceso diplomático concerniente a este territorio.Estos pasos han hecho pensar que se podría llegar a un compromiso de ambas partes. Los coloquios se reanudarán a mediados de agosto (y el hecho de que las negociaciones no se hayan interrumpido ya es una novedad respecto al pasado); de todos modos, tras la fachada flexible y optimista de los negociadores hay posiciones, intereses y un contexto internacional muy diferentes.

El conflicto del Sáhara Occidental representa desde hace treinta años un problema casi sin solución debido a los intereses de las partes implicadas y al mismo tiempo por los escasos incentivos por parte de la comunidad internacional para encontrar una solución compartida.Marruecos ha movilizado desde 1975 un amplio sector de su población (se habla de casi 400.000 colonos marroquíes desplazados al Sáhara Occidental para alterar el equilibrio demográfico a favor de Rabat), invirtiendo dinero público y basando una buena parte de su legitimidad política en un nacionalismo firme. En este contexto, el Sáhara Occidental es ahora una fuente de legitimación y desahogo de las tensiones sociales y políticas para la monarquía marroquí: si este territorio consiguiera la independencia, el hecho supondría para Rabat una derrota política capaz de desestabilizar el régimen actual. Además, esta área es importante por los recursos que le supone a Marruecos, en particular por los fosfatos, la pesca y probablemente por el petróleo (aunque las exploraciones en este sector están aún en un estadio prematuro para poder cuantificarlas).Aunque el plan presentado por el Polisario haya tenido en consideración este último aspecto del conflicto, queda en pie el obstáculo representado por los numerosos significantes simbólicos que tiene esta zona. El Frente Polisario considera la cuestión del Sáhara Occidental como una batalla por la independencia nacional, con todas las consecuencias que esto comporta: en tanto que movimiento de liberación nacional, no está dispuesto a ceder en este punto y ya ha experimentado en los años anteriores un cisma, con el nacimiento de un grupo de minoría (Frente Polisario Khat al-Shadid), cuyo objetivo es no ceder a las presiones marroquíes y no olvidar a los mártires Saharawis.

Ambas posiciones se presentan absolutamente inconciliables entre sí: dos nacionalismos agravados por una historia de enfrentamientos; al mismo tiempo, el contexto internacional no parece obligar a las dos partes a encontrar un compromiso sobre la cuestión. Por otra parte, Estados Unidos y Francia apoyan sustancialmente la posición marroquí, por más que intenten mantener una posición imparcial: su interés es garantizar la estabilidad de un aliado fundamental en el norte de África y en la lucha contra el terrorismo islámico. Ninguno de estos países intenta forzar a Rabat a buscar un acuerdo que probablemente llevaría a desestabilizar Marruecos. Por otra parte, Argelia y España apoyan más o menos abiertamente al Frente Polisario (aunque Zapatero recientemente haya intentado acercarse a Marruecos en virtud de los numerosos intereses que unen a ambos países en materia de inmigración y lucha contra el terrorismo). Mientras Argelia está interesada en impedir un acuerdo que prescinda de la independencia del Sáhara Occidental y por tanto del debilitamiento de Marruecos, España no tiene fuertes motivaciones para superar el estado actual, para no descontentar a nadie.En este contexto, parece clara la falta de incentivos por parte de ambas partes para llegar a una solución duradera. La intervención de la misión de pacificación de la ONU (llamada MINURSO) ha hecho descender los costes de este conflicto (junto a la edificación del muro de arena que desde hace años protege a Marruecos de eventuales ataques del Frente Polisario), dejando la cuestión a la categoría de conflicto de baja intensidad y por ello olvidado por la comunidad internacional.

Como ya se ha dicho, los coloquios se reanudarán en agosto gracias al esfuerzo de las Naciones Unidas. A pesar de que una parte de la comunidad internacional se muestre relativamente optimista al respecto, hay varios elementos que parecen llevar a deducir un fracaso de esta confrontación diplomática.En primer lugar es necesario subrayar la falta de estímulos e incentivos para encontrar una solución al problema, como ya se ha señalado. La situación no parece haber cambiado durante los últimos años: las potencias implicadas están más interesadas en apoyar a una u otra parte que en esforzarse en encontrar un salida satisfactoria para todos; además, el estatus actual no parece turbar la estabilidad ni los programas de ninguno de los estados implicados.Aunque es innegable que se han dado pasos por parte de unos y otros, Marruecos y el Frente Polisario están anclados en sus posiciones iniciales, sin posibilidad de ceder en el punto decisivo: independencia o autonomía en el seno del estado marroquí. Ambas partes perderían la credibilidad si aceptasen el punto de vista del otro, paralizando así todo compromiso. En realidad los planes presentados por Rabat y el Polisario parecen movimientos tácticos de una batalla para conquistar el apoyo de la comunidad internacional y poner así en un aprieto al interlocutor. Anteriormente se habían aprobado planes muy ambiciosos de la ONU, sin que llevara nunca a resultados concretos. Lo que se decide en Nueva York se parece más bien a una compleja partida diplomática para obtener la simpatía y el apoyo de las potencias implicadas y de la opinión pública, obligando así a la otra parte a capitular (basta pensar en el tour del gobierno marroquí por las diplomacias occidentales y la ONU para presentar su plan de autonomía).

Las negociaciones de Nueva York parecen destinadas a ser el enésimo fracaso en la historia de la pacificación del Sáhara Occidental. Las probabilidades de que ambas partes encuentren un acuerdo son extremadamente bajas; sólo un esfuerzo diplomático de parte de la ONU (la única implicada aparentemente interesada en encontrar una solución) podría llevar a adoptar un plan parecido a los diferentes proyectos presentados por el enviado de la ONU James Baker en años anteriores. De todos modos se trataría de un modo para ambos de solucionar la cuestión principal. Dado el contexto internacional y la poca repercusión internacional del conflicto, no hay razones a medio y largo plazo para un acuerdo.

Ricardo Fabiani

Fuente:
Equilibri.net (27 junio 2007)

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