"Las posturas están muy alejadas, pero no se descarta que el proceso pueda llegar a un buen resultado algún día", dijo Ahmed Bujari, representante del Polisario en la ONU y miembro de la negociación negociadora. "No sé si se podrán reducir las distancias en la próxima reunión o no, pero lo importante es que hemos cambiado impresiones".
El plan marroquí propone negociar un estatuto de autonomía para la región inspirado en el modelo español, que parte de la base de que la soberanía del Sáhara Occidental es marroquí. El Polisario acepta ese plan siempre que al consultarse en referendo se incluya la opción de la autodeterminación.
Un referendo pospuesto desde 1992 que Marruecos aceptó durante la anterior ronda de negociaciones celebrada en Houston hace una década pero que enterró definitivamente en 2004.
La línea roja
Para el Polisario, la única línea roja que no se puede traspasar es el derecho a la autodeterminación. "El territorio no será marroquí hasta que no le decida el pueblo saharaui en un referendo válido", promete Buhari. Según él, "Marruecos se opone ahora al referendo bajo argumentos que no son válidos ni sostenibles", entre los que citó los problemas técnicos para elaborar un censo que satisfaga a las dos partes, la posibilidad de que su celebración genere inestabilidad en la zona "y que eso está pasado de moda, porque hay otros conceptos de autodeterminación modernos", contó Bujari al recordar los argumentos que ha escuchado durante estos dos días.
Pero a la vez, las dos partes se sienten bajo presión internacional para dar una solución al último proceso de descolonización de África, en una región que arrastra problemas de inmigración y de seguridad en materia de terrorismo islámico para Occidente.
Bujari es optimista pero advierte que si Francia, a quien no le interesa la creación de un estado hispanófono en su zona de influencia, sigue manteniendo una visión unilateral de apoyo a la visión marroquí, "eso no ayudará a que se dé pronto una solución feliz".