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Noticias: Carta desde Smara

Enviado el Sábado, 08 de diciembre de 2012, a las 11:14:30
Tema: Opinión - Enviado por prada
Opinión

"Hace treinta y siete años unos 80.000 saharauis abandonaron su hogar a causa de la invasión marroqui y se lanzaron al desierto. Aquello sería provisional, pasajero, transitorio. Y así lograron que Argelia les cediera un territorio desértico cerca de Tindouf donde instalarse temporalmente. Después de casi cuatro décadas, lo provisional se ha convertido en un estado de cosas, pero la sensación de lugar de paso se mantiene. ¿Pero qué es éste lugar de paso?. Básicamente, es un lugar de mujeres y en el que las mujeres llevan actuando desde el primer dia hasta hoy como si cada espacio, cada circustancia, cada avatar fuera a la vez irrelevante y eterno.

El campamento de Smara donde nos hallamos es un lugar limpio, con casas de adobe que la lluvia arrastra cuando arrecia. Estamos en la casa de Ahmed Salem, cuatro cubos de adobe con un pequeño patio central de arena finísima, con los interiores alfombrados, bien pintados, con cojines donde acomodarse para comer, dormir, charlar. Los vecinos entran y salen, saludan, sonríen. A los niños se les ve limpios, los senderos marcados con pequeñas piedras están limpios, la letrina está limpia. Cada vivienda es un hogar cálido, amable, transitado. No hay nada precario en los sentimientos que trasmiten.

Un puñado de españoles llegamos a los campamentos el martes por la noche, tras salir de Madrid a las seis de la tarde en un avión charteado por el Frente Polisario. Se trata de ochenta y cinco madrileños que visitan a niños acogidos estacionalmente y que ahora quieren aportar in situ su grano de arena. Cada uno transporta un máximo de 25 kilos de productos tales como papel higiénico, plátanos, atún, tijeras, ibuprofeno... Los individuos del grupo tenemos algo en común, aunque no acierto a saber qué. Supongo que nos unen esos bultos de bolsas de plástico chinas que llevamos como si eso fuera a salvar a alquien.

Granos de arena para un desierto en el que todo hace falta y no lo parece. A ellos no se lo parece. Les gusta decir y pensar que tienen de todo menos la libertad. Aquí no hay crisis. De hecho, en ese aspecto parece que estamos de vacaciones. Pienso en algunas personas que conozco que estarían mejor aquí que en Madrid. Aquí no hay despidos ni hipotecas. El asunto inmobiliario funciona de la siguiente manera: llega una familia, encuentra un sitio libre y monta su jaima o construye su rectángulo. Fin de la historia. La casa provisional, por otro lado, es la de toda la vida.

La policia en el aeropuerto de Tindouf nos vigila y nos protege, algo que viene a ser lo mismo. Con nuestros granos de arena hemos traído el miedo. Tantas medidas de seguridad hacen pensar que, en la oscuridad total que nos rodea, debe ocultarse el eje del mal. Salimos del aeropuerto en camionetas, escoltados por muchos coches de policía. Cada camioneta lleva a los españoles a sus diferentes destinos. En la nuestra suena reggaeton, David Bisbal y una tal Beth que canta qué es lo que se puede hacer, cómo te puedo tener..., sin mentiras.

Vamos con destino a Smara, que es la wilaya (especie de centro administrativo), y luego a la daira (municipio), que en nuestro caso es Hauza.De Tindouf a Hauza tenemos unos 40 kilómetros de noche negra, rota por la serpiente de coches policiales y camionetas. Pasamos por nueve controles. En uno de los controles sube un soldado con traje de camuflaje y turbante negro. Se dirige a Nana, mi hija saharaui y le dice: está muy bien que vengas, pero deberias venir más, y trabajar aquí. Hay cierto reproche. Nana le mira con altivez.

Pregunto a los vecinos cuántos viven en nuestra daira, discuten entre ellos y las cifras que barajan van de 500 a 2000, gran discusión, no saben cuántos son sus vecinos. Finalmente, la cantidad de personas no se mide en personas, sino en mujeres casadas que son las que representan la unidad familiar. La ayuda la reciben en función de las personas que hay bajo su cargo. Pasamos por el campamento 27 de Febrero, wilaya de moda porque hay un nuevo tendido eléctrico, lo que está produciendo un boominmobiliario. A nuestros anfitriones no les gusta y sostienen que el tendido es peligroso para los niños y además hay mucho desorden.

Smara, efectivamente, es un campamento bonito. Hay una escuela de inglés, donde trabaja Kathy, una mujer de setenta años que ha venido desde Washington para dar clase a los adolescentes, arrastrando a su familia a la aventura saharaui. En el aula, hoy están trabajando en los deseos. No vale pedir volver a su tierra: una niña dibuja una casa de tres pisos con garaje, todos se rien y le dicen que eso es una tonteria. Finalmente, dibuja sólo un garaje. Los deseos.

Hay una recepción del alcalde de Smara a los visitantes españoles. Estamos citados en una especie de salón de actos. Toque asambleario, alternativo, como todos somos hermanos. Algunos fardan de conocer bien las costumbres, el idioma, pero lo peor de todo es que empiezan a intervenir los entusiastas de la ayuda y de la cooperación diciendo cuáles son los auténticos problemas de los saharauis. El alcalde se limita a sonreir en un alarde democrático. Se pregunta por qué los niños no pueden educarse y cuidarse en España a partir de los 12 años. Alguno dice que los niños son puras herramientas de marketing para la causa saharaui: los mandan en verano treinta dias con familias españolas, las familias los quieren, la impaciencia del corazón actúa y ya tienen un micrófono sobre la causa saharaui, ya tienen turistas cooperantes que vendrán diez o diecisiete veces a ver a su niño, a conocer a su familia, a montar su bulto, a sentirse solidario, a disfrutar de los placeres de la caridad, a indignarse.

Los que ayudan están indignados. Los saharauis, no. Una chica de Acnur toma la palabra para decir que la ayuda a niños o familias de forma individual genera desigualdades (la desigualdad de la miseria, el mínimo común, lo basico de los básicos), eso es hacer caridad y lo que funciona son las asociaciones, las organizaciones, las instituciones, porque ellos sí saben cómo hacerlo. Ella afirma saber EXACTAMENTE lo que cada uno necesita en la wilaya. Esa especialización y esa exactitud del especialista que se dedica a esto aterra a cualquiera, me parece. Nuestra cultura esta aquí, se nota. Los solidarios compañeros de avión le miran entre el respeto y el escepticismo. De hecho, salimos corriendo después de su alegato furibundo.

Lo que han hecho las mujeres saharauis es lo que hace que lo provisional sea un estado agradable, esperanzador, con niños bien peinados, con sus uniformes, su pelota en el recreo que guardan como un tesoro, con un comité rotatorio de limpieza de aulas, con su lugar de reparto de comida y de artículos de primera necesidad... Los treinta y siete años de provisionalidad han sido femeninos. El afecto, los vecinos, la comunidad..., aquí siento que está todo lo que una familia se supone que ha de tener.".refugiados saharauis:


Fuente: Colectivo Saharaui

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