Un grupo de funcionarios del citado penal, acompañados por fuerzas de represión, esposaron a todos los presos políticos saharuis, sacándolos de sus celdas, confiscando su dinero, sus móviles y hasta sus mantas propias (no del penal). No les bastó con esto, sino que fueron brutalmente apaleados y torturados, siendo posteriormente repartidos en celdas individuales de castigo, desprovistos de todo mobiliario, (suelo puro y duro). Les quitaron hasta los zapatos y arrojaron agua sobre el suelo de las celdas en venganza contra estos héroes de la intifada de la independencia.