Primeras voces para un reportaje sobre la tragedia silenciada de los saharauis.
Mohammed Lami Ramdan, 68 años: "Después de la invasión, cientos de familias huyeron de Dajla, en la costa atlántica, hacia el interior, hacia el desierto. Los aviones marroquíes pasaban por encima de las caravanas de fugitivos y soltaban las bombas, un montón de bombas que caían desde el cielo como puñados de lentejas, estallaban y reventaban a docenas de personas. Morían como moscas, aquí diez, allí doce, se quedaban los cadáveres desperdigados. Y también quedaban muchos heridos, muchos mutilados en mitad del desierto.
"Me uní al Frente Polisario. Un día, cerca de Mahbes, nos lanzaron bombas y el aire se incendió, nos envolvió una bola de fuego, todo ardía. Eran bombas de fósforo blanco. Perdí un ojo. Con el otro puedo ver sombras. Sé más o menos dónde estás".
Me tiende la mano. Le acerco la mía. La estrecha con fuerza y no me la suelta.
"La gente de España nos ayuda mucho. Nos mandan medicinas y alimentos, nos ayudan a construir escuelas, acogen a nuestros niños. Son nuestros hermanos. Pero el Gobierno... El Gobierno español nos ha olvidado. Nos abandonó en manos de Marruecos, ahora llevamos 34 años en el desierto y no le importamos. Nunca hace nada para ayudarnos a volver a nuestra tierra, nunca presiona a Marruecos. Mis hijos y mis nietos han nacido en este desierto de los argelinos. Sólo conocen los campamentos de refugiados. Mi mayor sueño es que algún día conozcan nuestra tierra. Que vuelvan a Dajla, donde nací yo, donde nacieron mis padres y mis abuelos".
Mohammed enviudó el año pasado. Su mujer murió por problemas respiratorios que se hubieran podido tratar en un hospital con medios suficientes. Ahora vive al cuidado de su hija Darchalha, de 20 años, que no ha podido estudiar informática porque debe ocuparse de su padre y de la familia.
Primeras voces para un reportaje sobre la tragedia silenciada de los saharauis.
Mohammed Lami Ramdan, 68 años: "Después de la invasión, cientos de familias huyeron de Dajla, en la costa atlántica, hacia el interior, hacia el desierto. Los aviones marroquíes pasaban por encima de las caravanas de fugitivos y soltaban las bombas, un montón de bombas que caían desde el cielo como puñados de lentejas, estallaban y reventaban a docenas de personas. Morían como moscas, aquí diez, allí doce, se quedaban los cadáveres desperdigados. Y también quedaban muchos heridos, muchos mutilados en mitad del desierto.
"Me uní al Frente Polisario. Un día, cerca de Mahbes, nos lanzaron bombas y el aire se incendió, nos envolvió una bola de fuego, todo ardía. Eran bombas de fósforo blanco. Perdí un ojo. Con el otro puedo ver sombras. Sé más o menos dónde estás".
Me tiende la mano. Le acerco la mía. La estrecha con fuerza y no me la suelta.
"La gente de España nos ayuda mucho. Nos mandan medicinas y alimentos, nos ayudan a construir escuelas, acogen a nuestros niños. Son nuestros hermanos. Pero el Gobierno... El Gobierno español nos ha olvidado. Nos abandonó en manos de Marruecos, ahora llevamos 34 años en el desierto y no le importamos. Nunca hace nada para ayudarnos a volver a nuestra tierra, nunca presiona a Marruecos. Mis hijos y mis nietos han nacido en este desierto de los argelinos. Sólo conocen los campamentos de refugiados. Mi mayor sueño es que algún día conozcan nuestra tierra. Que vuelvan a Dajla, donde nací yo, donde nacieron mis padres y mis abuelos".
Mohammed enviudó el año pasado. Su mujer murió por problemas respiratorios que se hubieran podido tratar en un hospital con medios suficientes. Ahora vive al cuidado de su hija Darchalha, de 20 años, que no ha podido estudiar informática porque debe ocuparse de su padre y de la familia.
"Login" | Entrar/Crear Cuenta | 0 Comentarios |
Los comentarios son propiedad de quien los envió. No somos responsables por su contenido. |