Rebelión no violenta.
Los saharauis de las zonas ocupadas
empuñan la pacífica arma de la palabra.
En el Sahara ocupado
las calles traen vientos de cambio
y las paredes susurran lemas de libertad.
“La badil, la badil” gritan las azoteas,
testigos horrorizados de una violencia sin límite.
Los vertederos recogen sus machacados huesos,
una melhfa cubre su alma dolorida
y un joven en la calle pone la otra mejilla.
“Podrán matarme, pero no morirme”,
dijo el poeta.
“Me mataréis, pero no podréis matar mis ideas”
clama Aminetu.
Resistencia Pacífica.
Rebelión no violenta.
Los verdugos derraman impunes
la sangre de los inocentes.
A cambio se condecora al torturador
y se alaba al tirano.
Mientras, todos miramos para otro lado
y el silencio nos hace cómplices.
Los saharauis de las zonas ocupadas
responden con paz a la violencia.
Su gesto es un ejemplo
pero todos miramos para otro lado.
Nada hay más desolador
que “el silencio de los bondadosos”.
Conchi Moya