"Si el Polisario me reclama regreso mañana mismo" Testimonios de saharauis residentes en Tenerife
18 años en Tenerife, a donde vino para reunir a su lado a los tres hijos que tenía dados en acogida en familias peninsulares y a la hija pequeña que dejó en el campamento de refugiados de Ausert. La razón de estar aquí es labrarles un futuro pero Sukaina N´Diaye afirma que por encima de ella y de los suyos está la causa saharaui, a la que ha entregado su vida y para la que sigue trabajando.
Sukaina llegó a España en 1998. Fue destinada por el Frente Polisario para su delegación en Cantabria. Tres de los cuatro hijos que había tenido en el campamento de refugiados de Ausert estaban desperdigados por la Península. El mayor, Dah, durante varios veranos fue acogido por la misma familia gaditana y terminó viviendo con ella siete años, hasta que Sukaina le reclamó. Los dos restantes estaban acogidos por familias de Castilla-La Mancha. La pequeña se quedó en Ausert. "Nunca tuve intención de quedarme en España", asegura Sukaina. "Nada de esto fue premeditado.
"Yo tenía a mis hijos dados en acogida por el bien de ellos, para que pudieran formarse en mejores condiciones que en Ausert. Además, llegada una edad, los hijos deben ampliar sus estudios y son enviados a Cuba, a Argelia o a Libia, por los acuerdos de cooperación que estos países tienen con el Sáhara, pero creí que sería mejor para ellos estudiar en España".
Sukaina, como la mayoría de las mujeres saharauis, lleva la voz cantante en su casa, un piso que ha comprado en Los Abrigos. Una vez que se separó de su marido (los saharauis se divorcian con todas las facilidades y pueden solicitar la ruptura tanto las esposas como los esposos), el Polisario le ofreció la oportunidad de viajar fuera del campamento y así fue a parar a Cantabria.
"Mis hijos me necesitaban y decidí reclamarlos a todos y venirnos a Tenerife. Escogí Tenerife porque aquí tengo una hermana médico que podía echarme una mano. Trabajo para mis hijos y para la causa saharaui. El Sáhara es lo primero. Si me reclaman vuelvo mañana mismo", afirma tajante mientras prepara un té del desierto y atiende a su madre, una anciana de 80 años que sufre diabetes y tiene problemas de pulmón.
Dah, el hijo mayor, trabaja en la construcción y ayuda al sustento familiar. Otro hijo trabaja en un taller de mecánica y las dos hijas estudian, la mayor en la Universidad de La Laguna y la pequeña cursa 1º de Bachiller. "Todos aprenden desde la cuna qué es el Sáhara, qué es la ocupación, por qué vivimos en los campamentos", prosigue Sukaina. "Por eso es tan importante que los niños salgan en verano y vengan a familias de acogida, porque así ven otro mundo y comprenden la realidad de su pueblo. Eso es lo positivo de que salgan a Europa: que entiendan que son unos refugiados y aprendan a conocer a los marroquíes".
Sukaina es técnico de laboratorio pero en los 18 años que lleva en Tenerife se ha ganado la vida como camarera en restaurantes y en hoteles. "Ganas algo más de dinero aunque trabajes doce horas. Con mi profesión sólo me ofrecían media jornada por 600 euros al mes y en condiciones de trabajo algo precarias. El trabajo en un laboratorio debe ser muy minucioso, muy preciso, porque están las vidas de personas en juego y no se pueden hacer los análisis de cualquier manera". A esas dificultades se suman las trabas para lograr un permiso de trabajo que suele demorarse varios meses.
Activa como la mayoría de las mujeres saharauis, Sukaina ha dado conferencias y se ha sorprendido de la falta de comprensión de muchos españoles hacia el conflicto sáharo-marroquí. "Me duele mucho que se me meta a todos los árabes en el mismo saco", asevera. "No saben distinguir a un saharaui de un marroquí y esa es la mayor ofensa que puedan hacernos. Los marroquíes sí son posesivos. Si te haces su amigo al día siguiente se han quedado con tu casa", enfatiza.
Dah corrobora las palabras de su madre. "Sáhara es mi razón de ser", asegura.
"Todo el trabajo que hacemos aquí, todo lo que aprendemos, es para apoyar al Frente Polisario. Si todos los que salimos del Sáhara nos olvidamos de la tierra y de la historia ¿qué sería de mi pueblo?"
Llevar ropas occidentales es la clave para evitar las confusiones, sin embargo, Sukaina procura vestir la melhfa, el traje típico de las mujeres saharauis, siempre que puede. "Yo no he tenido nunca problemas de xenofobia o racismo, esa es la verdad, pero me llama la atención que se sepa más del Sáhara en Cantabria que en Canarias, cuando sólo nos separan 25 minutos en avión".
Salka Embarek, relaciones públicas
"Un policía me dijo: 'Desaparecerás en
en el desierto'"
Es una de las más activas defensoras de los derechos de los saharauis que hay en la Isla. Hija de tinerfeños asentados en El Aaiún, Salka recuerda con estremecimiento cómo fue la invasión de esa ciudad y cómo tuvo que escapar en media hora con su madre y sus hermanas.
Su padre, Mohamed Embarka, presumía de conocer cualquier rincón del Sáhara y saber dónde estaba solo con oler la arena. Fue un aprendizaje adquirido tras meses y meses de viajar por el desierto junto con una expedición de geólogos e ingenieros españoles que buscaban las riquezas del subsuelo sahariano. Así se descubrieron los yacimientos de fosfatos de Bucrá, los más ricos en pureza del mundo, de los que Embarka llegó a ser el encargado de la mano de obra.
Sin embargo, Mohamed Embarka, que figura en algunos anales como uno de los fundadores de El Aaiún, no nació en el desierto, sino en Tenerife, al igual que su esposa. Recién casado, alrededor de los años cincuenta, emigró a Venezuela pero le fue mal. Volvió a Tenerife pero enseguida se embarcó de nuevo en busca de un futuro mejor. Y así llegó a Sáhara, en donde ya se habían asentado algunos canarios y peninsulares. Poco a poco, el tinerfeño se hizo saharaui,
Allí, en El Aaiún nació Salka, una de las más activas defensoras de los derechos saharauis que hay en la Isla. Salka recuerda con estremecimiento la Marcha Verde. "Mi padre alertaba al Polisario de cómo el Ejército español se iba retirando de algunos puntos estratégicos allanando el camino a los soldados marroquíes, que entraron en El Aaiún armados hasta los dientes. Mataron a miles de personas y allanaron todas las casas. Un día, mi padre vino muy nervioso a casa y le dijo a mi madre que teníamos que salir de inmediato.
La comida quedó en el caldero. No pudimos coger más que nuestra documentación porque nos esperaba una avioneta llena de sacas de correo con destino a Tenerife. En efecto, media hora después de salir de casa, los marroquíes fueron a buscarnos". Hace tan sólo unos meses, Salka viajó a El Aaiún. Fue retenida en comisaría por cinco horas. Está advertida: "Algún día desaparecerás en el desierto y nosotros diremos que lo lamentamos mucho", le susurró un policía.
Hamdi Mansur
"Los jóvenes son nuestra mayor fuerza"
El delegado del Frente Polisario no puede dar una cifra exacta de cuántos saharauis viven en la Isla. Al carecer de pasaporte propio, muchos conservan el español, otros figuran como mauritanos y algunos se inscriben como apátridas.
Su discurso es fundamentalmente político. Poco se sabe de las intimidades de Hamdi Mansur, el actual delegado del Frente Polisario en Tenerife, a donde llegó hace cinco años, después de haber sido delegado en otras ciudades del mundo, sobre todo de latinoamérica. Antes ejerció como director general de Comercio en el campamento de Ausert, al sureste de Dajla.
Ahora vive cerca de Los Majuelos con sus hijos.
"No sabemos cuántos saharuis pueden residir en la Isla, es imposible, pero calculo que serán en torno a los 2.000". En la Subdelegación del Gobierno en Santa Cruz de Tenerife tampoco pueden dar una cifra exacta.
"El problema está en que los saharauis carecen de pasaporte propio. Unos conservan el pasaporte español, otros se han visto obligados a tener el pasaporte marroquí y algunos pocos se mueven con pasaporte de Mauritania", explica Mansur. En la Subdelegación aclaran que al renovar su documentación, muchos saharauis optan por declararse apátridas.
La labor de Mansur es también la de dar a conocer el conflicto saharaui para lograr una presión internacional que lleve de una vez por todas al referendum. Al margen de coordinar la Asociación Amigos del Sáhara", Hamdi Mansur trabaja como educador en un centro de menores extranjeros.
Una de sus labores es organizar cada año las vacaciones de verano de cientos de pequeños que viven en los campamentos de refugiados y que son acogidos por familias tinerfeñas. Esas mismas familias son después invitadas a visitar los campamentos de donde proceden esos niños, en un intercambio cultural que les suele sacudir las conciencias. "Los jóvenes son nuestra mayor fuerza", apunta. "Ellos son quienes llevan la intifada".
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