La chispa de la primavera árabe nació en el campamento de Gdeim Izik –desmantelado violentamente por las fuerzas de ocupación marroquíes- y está cambiando el panorama político de la toda la región. La ONU debe cumplir ahora con su obligación de hacer respetar la legalidad internacional en el Sáhara Occidental y resolver un conflicto existente desde hace ya 36 años. Es una vergüenza que el ejército marroquí siga ocupando un territorio que invadió por la fuerza, negándose a cumplir las Resoluciones aprobadas por el Consejo de Seguridad y pretendiendo sencillamente anexionarse el territorio.
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